Mis años en South Park eran el inicio de lo que mi padre concideraba el fin de los tiempos.
El lugar era despreciable, no era un sitio en donde podrías ir a tomar un descanso. La gente muere por cualquier motivo, se asesinan entre ellos y a nadie parece importarle.
Recuerdo haber pasado por una construcción abandonada, un niño de chaqueta naranja era golpeado con una botella rota por un vagabundo, mientras un niño gordo grababa y un rubio de abrigo celeste rogaba por la vida de su amigo, sin mucho esfuerzo.
O cuando el pueblo se enganchó a una falsa relación gay, fue muy divertido, lástima que el rubio terminó suicidandose por la presión. Las miradas de todas esas personas acabaron con la vida de un adolescente, es increíble. Jamás volví a ver a Craig desde entonces, dicen que enloqueció tanto que ahogó a su mascota de la desesperación, luego escapó del pueblo. Nunca lo vi transitar por el infierno, ni a él ni a Tweek. Esos idiotas eran las pocas cosas buenas que el pueblo tiene, pero que, al igual que siempre, destruyen.
Muy aparte de ellos, conocí a un británico, era la típica alma que desbordaba amabilidad, perfecto en todo sentido, y que, por esa misma razón, era odiado.
Era entretenido, los niños de su edad lo torturaban de diversas formas, pero verlo en la misma situación todos los días, sin hacer nada, y sin odiar a quienes escupían en su cara sin remordimiento...
...No lo sé, supongo que me compadecí.
Por esos años, yo era nuevo en el pueblo, y él solo quería hacerme compañía. Hasta el último de sus días, nunca me soltó.
Pasé muy poco tiempo con el chico, pero me hizo sentir especial.
Tocaba mi puerta los fines de semana para ir a caminar, era asqueroso, todos los días con una vieja canasta con flores.
De un momento a otro, por más que jurara odiarlo, me acostumbré.
A su tonta sonrisa, aunque lo insultaras todo el día. A su cabellera bien peinada, aunque jalaras de sus tontos cabellos. De su estupida boina, que en muchas ocaciones terminaba en lo alto de un poste de luz. De sus extraños "te quiero", a pesar de ser odiado por todo el pueblo.
No sé cómo, ni cuándo, ni por qué.
Pero me enamoré de él.
