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Te encontrabas en aquella habitación de tan hermoso diseño tradicional japonés, sentada en la orilla de la cama que estaba cubierta de una sábana negra y almohadas blancas, combinaba perfectamente con el cuarto que se veía notoriamente costoso. Esperabas a tu prometido él cuál ya venía de camino a casa, estabas tan emocionada, querías mostrarle las tan buenas calificaciones que habías sacado gracias a tus tutores particulares, deseabas al menos algún halago de su parte, querías hacerlo sentir orgulloso de ti, su futura esposa. Tu atención fue dirigida a la puerta al oír que la abrían y te levantaste rápidamente para ir a recibirlo.

— ¿Qué haces aquí? —pregunta al notarte en su cuarto, el tono en él que hablaba parecía irritado aunque no se podría decir que era tan notorio por aquella cosa que le cubría la boca.

— Quería sorprenderte —Respondes con una sonrisa antes de ir directamente hacia él para darle un abrazo, luego de tal acto fuiste apartada de manera brusca por Chisaki.
— ... —Preferiste mantenerte callada, no podías reclamarle.

— Te dije que no me agrada el contacto físico. —dijo de manera sería.— Tampoco puedes entrar aquí sin mi consentimiento, ¿tocaste algo?

— Lo olvidé... perdón... —Negaste con la cabeza ante la pregunta.—  No toque nada... Yo solo.. Quería comentarte sobre mis altas calificaciones... —Sonreíste, kai te halagaría o felicitaría, tenías altas expectativas de ello.

— Retírate. —
Dijo él antes de darte la espalda, no le tomó ni mínima importancia a lo que tú dijiste.

Y... obedeciste, era lo único que podías hacer. Saliste del cuarto cerrando la puerta antes de que una lágrima traicionera escapara de tus ojos, quedaste pensativa y dolida al ser ignorada de esa manera, verdaderamente odiabas esto, pero... ¿qué podrías hacer?, eras su prometida y tendrías que ser obediente y respetarlo. Soportabas todo esto por el líder, aquel hombre amable que te saco de esa miserable vida que tenías con tu familia, el cual te había pedido ser esposa de su hijo adoptivo... Que ocasióno que él quedará en estado vegetal y ahora tomó el mando de la Yakuza usando a la propia nieta del que lo crío cómo un arma y a ti cómo a un maldito escudo...

— ¿Se siente bien señorita, ____?  —

Preguntó Hari sacándote de tus pensamientos, este se hallaba cargando a la pequeña Eri en brazos, le habían vuelto a quitar sangre... Nuevas vendas se hicieron presentes en sus brazos y piernas, lo cual te hizo notarlo, la pequeña temblaba y te miraba con aquellos ojos que solo lograban expresar una cosa, miedo.

— Sí, estoy bien Kurono. —Respondiste y secaste tus lágrimas volviendo a sonreír, como siempre lo hacías... Aunque estuvieras totalmente rota. Tu mirada iba dirigida a la pequeña, verla de esa manera te causaba mucha tristeza y te daba náuseas no poder ayudarla.—Kurono...permíteme llevarla... —soltaste y él asintió dándote a la pequeña, no tendría problema, era consciente de tu fragilidad y la obediencia que le tenías a Chisaki. Cargaste a Eri con total cuidado y te dirigiste a la habitación de la pequeña, sentiste que dejó de temblar al estar en tus brazos, se relajó totalmente, te hizo recordar aquella vez en la que la conociste por primera vez, te temía al estar enterada de que eras la futura esposa del temido líder del Hassaikai, Kai Chisaki o mejor conocido como Overhaul. Pero empezó a tenerte más confianza, ya que la tratabas totalmente diferente a como todos la trataban en este lugar, incluso la llegaste a curar con tu quirk, el cual es sanación, este te daba la capacidad de ser inmune a otros dones y podías curar a las demás personas.

— ... V...volvieron a hacerlo... E-ellos... —oíste decir a la pequeña mientras ya estaban en el cuarto, ese cuarto rosa lleno de juguetes y decoración costosa que Kai le daba para que "no se sintiera mal".

— Ya pequeña, todo acabará muy pronto... —Acariciaste su cabello intentando consolarla y retiraste las vendas con mucho cuidado observando las cicatrices y los sitios donde habían inyectado las agujas, acercaste tus manos a esas heridas y un leve brillo celeste se hizo presente en estas a la hora de curar las pequeñas heridas de la niña, de a poco cayó dormida en tus brazos por el agotamiento, la habían debilitado bastante...—<<Lamento no poder hacer nada..>> —pensaste antes de llevarla a la cama y cubrirla con las mantas dejando a un lado su osito de peluche favorito, y luego te sentaste en la orilla de su cama para observar su pacífico sueño, una vez más sintiéndote totalmente inútil al no poder hacer absolutamente nada por ella.

My Favorite Flower  {Tomura Shigaraki x Tú}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora