SINOPSIS

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24/05/2021

¿El cerebro humano es un músculo o es un órgano? No importa ahora, el punto es que oí a los doctores decir que; cuantas más veces lo golpearan a lo largo de su vida, más magullones quedarían permanentemente. Marcas, secuelas, huellas imborrables. Como un músculo golpeado, como una seguidilla de patadas en el abdomen, claramente dejará moretones e hinchazón.

Me pregunto cuántos magullones tendrá el mío, pero como gozo de juventud y buena salud no me lo pregunto lo suficiente...

Al menos sé que no tantos magullones como los de mi anciana abuela a la edad de ochenta y cinco años, yaciendo recostada en una cama ortopédica donada por medio de caridad, con su encapotada mirada de iris verdosas, que imagino algún día tendría la intensidad de acaparar la atención de unos cuantos, ahora flotando débil y perdida en algún punto de la habitación tenue y vacía que la resguarda.

Me pregunto si esta es la muerte que nos llegará a todos al final de nuestros días, acariciando los ochenta o noventa años; así de vacía y silenciosa. Me pregunto si esta es la manera en la que veré que tus ojos se apaguen para siempre, y me lo pregunto a cada segundo, incluso mientras escribo esto. Echando un ojo a la pantalla, y echándote otro a vos.

Cuando sujeto tu mano, ya no sujetas la mía; y cuando te miro a los ojos, no puedo llamar tu atención, porque ni siquiera sé si estás acá conmigo o perdida en algún sueño, en alguna pesadilla terrorífica, o en algún recuerdo lejano. Me pregunto también si mi voz te llega hacia algún lugar, al menos en forma de susurro. Pero no hay forma de saber, esas son preguntas de las que siento que no encontraré respuestas hasta que yo esté en tu lugar.

La vejez es normal, no le temo.

La muerte es natural, tampoco le temo.

A lo que si le temo, y por desgracia no puedo escapar mis pensamientos de ello, es al sufrimiento y a la soledad. Ahora recuerdo a través de tu expresión ya vencida y lejana, que tus tormentos son tu peor enemigo. Y yo lo sé, porque tengo una maldición, aunque algunos pueden pensar que es una bendición: y es la empatía.

Por eso te hablo aunque no me contestes, y por eso te cuido y respeto tus mañas y vergüenzas aunque tu cuerpo sea como una marioneta tamaño real con el peso de unos cuantos costales de harina. Por eso contesto lo que no has preguntado, porque ya ni siquiera hablas. Por eso aunque ni siquiera me veas, me escuches, o incluso te muevas, me niego a aceptar el discurso de la gente que dice; "todos los viejitos son como los bebés, hay que tratarlos como chicos". Eso me parece de lo más nefasto y degradante. Un bebé acaba de llegar al mundo, mi abuela no, sino todo lo contrario, ha vivido el mundo incluso más de lo que todos nos imaginamos.

Oh, querida abuela, has vivido el mundo y todo lo que el mundo conlleva.

¿Qué tanto saben los doctores sobre la experiencia de ser un anciano que lo ha sufrido y lo ha vivido todo? Vivir y respirar no me parecen suficientes para lo que es una persona que conoces y que estimas. No me creo que todo se haya borrado, no me creo que una persona que vivió el mundo vuelva a ser una página en blanco. Y por eso sufro, y por eso también escribo.

Para asegurarme de que nadie piense que vos, abuela, que has vivido lo terrible del mundo, eres una página en blanco, eres como un bebé, que no recuerda, que no razona, que ya no está o que recién llega.

Porque hay quienes no pueden volver a ser páginas en blanco, hay experiencias que no se pueden borrar. Los viejos cargan toda una vida en los hombros, podes verlo en sus arrugas, en sus músculos flácidos, en lo blanquecino de su cabello, en lo lejano que tienen la juventud. Desearía que no fuera así para vos, oh, querida abuela que has sufrido el mundo y todo lo que este conlleva.

Si yo lo recuerdo, con tanto dolor, y no lo he vivido, ¿cómo alguien puede decirme que vos no? Que incluso hoy el sufrimiento se acabó. De seguro ese alguien no conoció la historia que se remonta a ochenta años atrás...

Pero yo me encargaré de contarla.

Estela, La gringaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora