Tras las puertas del hospital

Capítulo 2

Un carro ya tenía el motor listo para partir de aquella casa de ladrillos y con un hermoso jardín que tenia el pasto más verde que otros.

—Listos familia, ya vámonos —Hablo con una voz grabe— A ver pequeño Matthew, vamos arriba —cargando al pequeño de 6 años que se hallaba frente al auto esperando con ansias que el viaje diera inicio. Irían a acampar al bosque, igual que todos los años, y sus ojos demostraban el entusiasmo que tenía por ir.

Sus padres se sentaban en frente mientras a él lo acomodaban en una silla especial para bebés. Miraba los árboles pasar por las ventanas mientras el auto comenzaba a incrementar su velocidad poco a poco hacia la carretera, moviendo sus piecitos y tarareando una leve cancioncita feliz. El día era perfecto, las nubes, el sol, el cielo tan azul y tan brillante que parecía no tener fin. Su madre se volteo a mirarlo y con voz dulce y suave le pregunto.

—¿Estás bien ahí pequeño?

Matt solo acertó en asentir y seguir tarareando. Las luces que entraban por las ventanas apenas dejaban ver los moretones de su madre ocasionados por el hombre con el que estaba casada. Pero a Matt no le importaban esas marcas, era día de acampada, nada ni nadie podría arruinarle eso.

Mientras más se iban acercando a su destino, Matthew se veía más emocionado, lograba ver el gran lago donde acostumbraban ir de pesca, el lugar donde recogían moras silvestres y el lugar donde se acostaban a ver las estrellas, todo ese lugar era perfecto, y más perfecto aún, vería a su gran amigo con quién disfrutaba de realizar estas actividades.

Era un chico moreno, con ligeras pecas en su rostro, ojos negros y cabello como el carbón, el niño era tímido, se habían conocido 1 año atrás cuando Matthew se perdió en el bosque y este chico lo acompaño de regreso con sus padres, quienes a penas notaron su ausencia. Aunque ya se habían visto Matt nunca le había preguntado su nombre, sin embargo, se habían prometido volver a verse el siguiente año cerca del lago, y pescarian hasta que se hiciera de noche, justo el momento dónde se acostaría a ver las estrellas juntos.

Apenas y se conocían, pero para Matt era el primer y único amigo que había logrado tener hasta el momento, además del gato, pero mamá y papá habían dicho que el gato se fue a la Granja del tío Tom para ayudarle a cazar ratones, curioso que el no supiera nada de su tío Tom ni de la granja, pero le emocionaba la idea de imaginar al gatito persiguiendo un par de ratones, eso sería lo primero que le contaría a su amigo en cuanto llegará.

Y dicho y hecho, nada más llegar lo bajaron de la camioneta y le permitieron correr, y mientras el se alejaba en dirección al lago, sus padres comenzaban una ardua pelea de insultos a sus espaldas, pero nada era más importante que ver a su amigo, total los gritos e insultos los veía todos los días en casa, pero a este chico lindo solo lo veía 1 vez al año.
Llegó a la orilla del lago, contempló lo hermosa y cristalina que se veía el agua, algún que otro pez nadaba y chapoteaba por ahí, todo le parecía completamente lindo, se sentó a la orilla y metió sus piecitos dentro el agua, pero, una voz fría y tímida lo saco de sus pensamientos

—Hola — era el chico, su amigo, sentado a su lado ni se percato de en que momento este llegó y se sentó a su lado, pero así como lo vio, se llenó de enorme felicidad.

-Holaaaaa- contesto entusiasmado, el brillo reflejante del sol en el agua acentuaba más sus pecas en su colorada cara, resalto de igual manera sus ojos amielados.

El chico azabache solo se volteo ruborizado, pues, le parecía muy lindo ver a Matt de esa manera, emocionado, sabía que el no tenía muchos momentos felices en su vida, así que trataba de regalarle estos momentos felices mientras podía.

—Oye... Estás bien, tu cara está roja —Cuestiono Matt al ver a su compañero ruborizado, es la primera vez que el veía algo parecido por lo que le parecía algo muy curioso..