Fifth.

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En la adolescencia es normal tener sentimientos sexuales debido a que las hormonas se disparatan. Pero la carta que había escrito no ponía ni la mitad de lo que que el chico quería, y se alegraba de eso.

Rubius le había conseguido una copia del archivo y bueno. Se arrepentía mucho de haberla escrito. Por lo menos logró ver aquella expresión de Luzu. Una entre tierna y graciosa. Es normal la reacción que tuvo el castaño. Era una carta muy rara.

En ese momento se estaba dirigiendo al gimnasio de Karmaland. Bueno, era el cumpleaños de Rubén y había quedado con Luzu y Vegetta para prepararle una fiesta sorpresa. El último mencionado le dijo que esperase en el gimnasio, pues llegaría en cualquier momento y Luzu estaba ahí.

Una vez entró por las puertas de ese llamativo gimnasio, sintió que se le paraba el corazón por un segundo. Había demasiado tíos, más de los que pensaba. Todos sudorosos, entrenando con o sin camisa. 

No quería mirar más porque se le iba a salir lo gay, por lo que continuó caminando para poder buscar a Luzu.

También pudo ver la gran diferencia de su pequeño y delgado cuerpo con los de los otros hombres; cuerpos fuertes, musculosos y llamativos. Se abrazó a si mismo, tratando de pasar desapercibido hasta que su vista chocó con un Luzu entrenando. 

Solo pudo pensar: "Dios, perdóname."

Su mirada se quedó contemplando el maravilloso cuerpo del castaño. No estaba con su singular pullover negro, ahora vestía con una camisa blanca sin mangas. Solamente podía ver su espalda, pero podía ver como el sudor pasaba por su nuca y se metía por la camisa.

Joder.

Sentía que un nudo se le hacía por la garganta. Como la camisa era blanca, se lograba hacer transparente en algunas partes por el sudor. Para la vista del menor, esto era una bendición. El chico tenía una muy buena espalda. 

Tragándose ese nudo que se le formó, trató de hablar. Cómo se aliviaba de que el contrario estuviera de espaldas, pues así no vería su cara vergonzosa.

— Em.. Lusu. Vegetta me dijo que te espere. — Su voz sonaba tímida y nerviosa. Bueno, cómo no estarlo.

— ¿Quacks? — Al escuchar la voz del contrario, Luzu dejó la máquina para girarse a mirar a Quackity.

Definitivamente lo que Quackity escribió borracho tenía razón.

Si las vistas de atrás eran buenas, no hablemos de las de delante. Su frente estaba sudada, gotas que pasaban por su frente. La camisa estaba pegada a su cuerpo. Podía ver sus buen formados músculos. Bueno, era claro a los que más miraba. A parte de los de arriba, también tenía la mirada fija en la tableta que parecía que saldría de su camisa.

Sintió como el calor le subía a la cara y no solamente ahí. El nudo volvió pero con más fuerza, incluso tuvo que separar un poco el cuello de la chaqueta de su cuerpo. Dios mío, no daba más.

— Si... am..., Eso, que Vegetta me dijo que venga bien rápido. — Su cara estaba enrojecida, las plumas le picaban y sentía que su corazón saldría de su pecho.

— Oh bueno, te puedes sentar en esas sillas. Termino pronto, ¿Si? — Le sonrió levemente.

— ¡Claro! Esto eh, entrena bien, ya sabes. — Rio de forma tímida y nerviosa. Su cara totalmente roja. 

En los próximos diez minutos logró ver el marcado cuerpo de Luzu entrenar. Como sus músculos se movían por cada movimiento, como se marcaban más los pectorales. Dios, debería dejar de mirar o se notaría.

En un principio se había enamorado de Luzu por su increíble personalidad, amable, linda, curiosa y divertida. Ahora seguía totalmente enamorado de él, solo que no sabía que tenía ese físico envidiable. Simplemente era lo mejor de lo que se pudo enamorar, y es que, Dios. Solo hay que mirarlo para que te desmayes. 

Letters of love. (Luckity)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora