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- ¡Hey Craig! Amigo, ¿Juegas conmigo? - Preguntó el pequeño castaño a su acompañante.

- No lo sé Clyde, esos chicos son raros. No me gustan, mejor no. 

El muchachito castaño se sintió mal en ese mismo instante y empezó a rogarle al menor para que se dignara a jugar. Es de sus mejores amigos y no lo quiere ver aislado en su mundo de soledad mientras él juega con sus otros amigos.

- ¡Oh! ¡Ya sé! ¿Conoces a Thomas?, es el chico del tercero B.

- ¿El niño que dice groserías sin que nadie le diga nada?

- ¡Ese mismito!, ¡Hey, Thom!

Un niño se acercó corriendo al llamado de Clyde, Craig quedó anonado viéndolo. No todos los días conocía un niño con el pelo color mostaza, pecas que extrañamente a pesar de haberlas visto en otras personas personas le sorprendieron bastante en el rostro de aquel niño, sus ojos color extrañamente violeta y su piel blanca.

- ¡Bruto! Clyde, perdóname, ¿Necesitas algo?.

- Mira, este niño raro de aquí es Craig.

- ...

- ...

- Ehh ¡Carajo! uy, discúlpame. Hola, Craig.

- ...tú eres un niño bonito.

Después de aquella frase los tres niños quedaron en silencio hasta que Clyde decidió romper el hielo con una risotada. La cara del pelinegro enrojeció completamente, sin embargo, el muchacho rubio no le prestó atención y agradeció el pequeño cumplido que le había hecho Craig, y empezaron a jugar entre ellos.

- Genial Clyde, lo hiciste muy bien.

Se felicitó a sí mismo y se fue a reunir con su equipo de fútbol para empezar con su juego.

Ese fue el día en el cuál Craig Tucker conoció a su mejor amigo, aparte de Clyde.

Su amistad fue avanzando cada vez más y más, los dos chicos siempre la pasaban juntos e iban de un lado a otro pegados como chicles, siempre compartían trabajos grupales.

Marcó el inicio de un nuevo sentimiento floreciendo en Craig.

Pasaron días, meses y años. Craig cada vez estaba más enamorado, todo parecía ir bien, tan bien que era extraño y asustaba a Craig.

Sin embargo, después de mucha espera, el muchacho empezó a recibir algunas señales de parte de Thomas que le daban más fuerza a lo que tenía planeado hacer para él.

En primer año de secundaria Craig reunió fuerzas para declararse a Thomas, fue algo muy tierno que logró con un poco de ayuda de Clyde. Lo citó en las orillas del lago Stark, en una carpa hecha por él mismo adornada con luces celestes brillantes unas galletas que él mismo elaboró y muchos globos lilas.

- ¡Carajo! ¡Cra-Craig! ¿Qué es...todo esto?

- Thomas, desde hace mucho tiempo he estado sintiéndome diferente respecto a tí, mis manos sudan, s-siento mi rostro caliente y tartamudeo mucho. Pero hoy no será así. - Craig tomó una buena cantidad de aire, suspiró y continuó. - Yo, ¡Te quiero mucho! No es un simple querer como amigos, es un querer, umm.. ¡Ay! No sé m-muy bien cómo explicarlo.

- ...Craig. - suspiró el muchacho con una sonrisa y un notorio sonrojo en su cara.

- ¡Espera! Y-Yo de verdad quiero decírtelo. - volvió a tomar una gran calada de aire y volvió a intentarlo, sin embargo con cada intento volvía a tartamudear hasta que ya no pudo más. - ¡Oh, al diablo! ¡Thomas, a lo largo de todo este momento en el cuál he estado a tu lado me he enamorado de tí, eres lindo, inteligente, interesante, amable y tan dedicado! ¡Me gustas Thomas! ¡Me gustas mucho!.

Inseguridades de un Beta.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora