Érase una vez, una bella e impecable como las magnolias. Su madre la amaba tanto que prometió que haría cualquier cosa por su bebé. Dijo que incluso le regalaría el sol y la luna.
Cuando el bebé empezó a comer alimentos sólidos, su madre se emocionó: "Mi dulce niño, te daré de comer todo lo que quieras comer. Abre bien la boca así ahhh"
Cuando la bebé empezó a caminar, su madre corrió a toda prisa hacia donde estaba ella. "Mi dulce niña, te llevaré. Ven, súbete a mi espalda."
Después de criar a la bebé brindándole siempre: "Mi amada niña, necesito descansar ahora. ¿Puedes conseguir algo de comida?"
Entonces el niño habló: "Mamá, no tengo manos. Nunca las usé, así que desaparecieron."
"Entonces, mi dulce niña, ¿puedes llevarme en tu espalda? Me duelen las piernas."
Entonces el niño dijo esto: "Mamá, no tengo pies. Siempre me cárgate en tu espalda. Entonces, nunca pisé el suelo. Pero en cambio, tengo una boca enorme", y abrió su enorme boca.
Entonces la madre gritó enojada: "Después de todo, no eras mi bebé perfecto. Eres como una violación inútil. Todo lo que puedes hacer es comer lo que te doy de comer. No puedes hacer nada por tu cuenta. Eres un fracaso total. "
Entonces la madre arrojó al bebé al mar lejano. Incluso desde ese día, se dice que el pescador puede escuchar el llanto de un bebé en los días ventosos y espeluznantes en el mar.
"Mamá. Mamá. ¿Qué hice mal? Por favor, ven a buscarme. Por favor, vuelve a buscarme".