—Hey,..., ¡CRUEL es buena!
Abro los ojos pesadamente, dándome cuenta de que aún no ha salido el sol completamente. Me incorporo en la hamaca y miro alrededor; todos duermen aún. Observo cómo los corredores cruzan el muro cuando este se abre. Daniel descansa hoy, por lo que aún duerme en su hamaca. Entonces lo veo. Veo cómo el nuevo camina en dirección a la puerta. Quiero despertar a alguien. Debería de hacerlo, pero todos están muy cansados y no quiero perturbar su sueño. No es como si yo trabajara demasiado, y ellos son los que verdaderamente necesitan descansar.
—Mierda... —digo para mí misma.
Me pongo las botas y salto de la hamaca sin hacer ruido para correr hacia el nuevo, que camina a paso rápido a la entrada. Corro todo lo rápido que puedo, y cuando llego ya está cruzando la puerta.
—¡Hey! —es lo único que me sale decir.
Llamo su atención, pues se gira hacia mí. Su cara me dice que no le caigo demasiado bien. Su ceño se frunce cuando me ve.
—¿Qué quieres? —me escupe, como si fuera la peor basura del mundo.
Trago duramente. Me intimida, a decir verdad. Además lleva en la mano un machete, seguramente de los taladores, o sea, de Goile.
Doy un paso hacia atrás.
—N-no puedes...entrar ahí... —me golpeo mentalmente por tartamudear.
—Ah, ¿no? —dice, acercándose a mí—. ¿Y quién me lo va a impedir? ¿Tú? —me mira de arriba a abajo, desafiante.
Retrocedo otro paso más, pero entonces él me toma de los brazos con fuerza. Gimo de dolor cuando acerca su cara a la mía.
—Yo no creo que sea casualidad que tú seas la única chica. ¡No soy imbécil! Algo escondes, estoy seguro.
Sus ojos se clavan en los míos, y siento como ejerce fuerza de nuevo para después soltarme bruscamente, empujándome hacia atrás. Siseo de dolor cuando impacto contra el suelo. Él camina de nuevo hacia dentro del Laberinto. Me levanto lo más rápido que puedo para tomarle del brazo, él se suelta con facilidad.
—De verdad, no puedes entrar... —le digo de nuevo. Esta vez se detiene. —¡Romperías las reglas!
—¡Me dan igual las reglas, joder! —me grita. Se acerca a mí peligrosamente, y cuando menos me lo espero, me vuelve a tomar de los brazos, para arrastrarme hacia el muro. —¡Ya me he cansado! —dice antes de estamparme contra el muro con fuerza.
Mi cabeza rebota contra el hormigón y, segundos después, todo se vuelve negro.Peinan mi cabello, lo siento. Abro los ojos lentamente, adaptándome a la luz. Cuando lo hago puedo ver que estoy en la enfermería. Giro un poco la cabeza para ver quién me peina. Tob sostiene una especie de peine con una mano, mientras que con la otra sostiene mi pelo.
—Oh, estás despierta. ¿Cómo te encuentras? —pregunta mientras deja mi pelo.
Me incorporo en la camilla con su ayuda, solo para llevarme las manos a la cabeza. Me duele horrores. Tanto que incluso gimo de dolor. Tob se levanta para asomarse a la puerta y gritar:
—¡Mediqueros!
A los segundos Freddie y Mike ya se encuentran a mi lado. Aunque para entonces algunas lágrimas corren ya por mis mejillas.
—Tranquila, sé que debe doler, pero se pasará en un rato —dice Freddie mientras que Mike me toca la frente—. ¿Estás mareada? —asiento con dificultad, y él solo me pide que me recueste.
—Quédate aquí descansando lo que resta de día. Después te sentirás mejor. E intenta calmarte, si no será peor.
—Nos iremos para que estés tranquila —dice Mike antes de llevarse a Freddie y a Tob con él, dejándome sola.
Yo solo cierro los ojos e intento hacer lo que me han dicho; calmarme y descansar. Esto me lleva un largo rato.Escucho jaleo, y entre el jaleo logro distinguir los gritos de Ashton. Me levanto con cuidado y me agarro de la camilla. No me duele la cabeza, pero sigo mareada. Camino con dificultad hasta salir de la enfermería, y una vez fuera avanzo hasta donde están todos, en el centro del Claro, cerca de la caja. El nuevo está en el suelo, siendo rodeado por los demás. Cuando Ashton me divisa a unos metros, se acerca a mí casi corriendo para tomarme con cuidado de los hombros.
—Hey, ¿estás bien? —me susurra, para luego abrazarme.
Asiento mientras me relajo entre sus brazos. Luego me separa despacio para mirarme a los ojos, tranquilo.
—¿Qué pasó? —pregunta.
—Yo..., intenté detenerlo... Luego, creo que...me empujó —expreso con dificultad—. No recuerdo más, lo siento...
Bajo la mirada, pero él la busca de nuevo.
—Escúchame, no tienes por qué disculparte, ¿de acuerdo?
Parece muy enfadado cuando me suelta y camina a paso decidido a su posición anterior. Yo me acerco, quedando al lado de Aaron. Al chico nuevo no le da tiempo a defenderse, pues en cuanto se pone de pie, Ashton le da un puñetazo tan fuerte en la cara que lo hace caer de nuevo. Luego se agacha para poder agarrarle bruscamente del cuello de la camiseta.
—¡¿Eres gilipollas?! —le grita, aturdiendo los sentidos de cualquiera—. ¡¿Cómo coño se te ocurre meterte en el Laberinto, tú solo y sin tener la más remota puta idea de lo que hay ahí dentro?! ¡¿Eh?!
—Ash... —intenta llamar Jonas, pero Jack lo detiene. Él parece bastante enfadado también.
—Solo tenemos dos malditas reglas y tú ya las has roto. ¡Llevas aquí dos putos días y ya te crees el puto rey del Claro! —vuelve a gritar, zarandeándole con fuerza—. Y en segunda, no te atrevas a volver a tocarla, ¿te enteras? A ninguno de ellos —es lo último que dice antes de soltarle con fuerza, levantándose para sacudirse la ropa—. Hoy dormirás atado a un árbol y no comerás nada, pero a la próxima cosa que hagas, nuevo, seré yo quien te destierre del Claro y dejaré que te mueras en ese puto Laberinto. ¿Todo claro?
El nuevo no parece asustado en lo más mínimo. Se muestra impasible cuando se levanta y se sacude la ropa.
—Todo claro —responde sin vacilar.
—Llévatelo, Jack. Átalo ya.
Al mencionado le sobra tiempo para tomar al nuevo con fuerza del brazo. Lo arrastra con él hacia el bosque, mientras que él me mira con ira, la furia irradiando en su mirada. Yo se la sostengo, algo intimidada por él.
Entonces mis pies se despegan del suelo y soy levantada por Ashton, que me lleva en brazos, con cuidado de no moverse demasiado. Me agarro a su ropa, sorprendida por su acción.
—Tú te vas a descansar —dice, emprendiendo camino a la Hacienda.
—Estoy bien...
—Pues después estarás mejor, te lo prometo.
No digo nada más. Tampoco me quejo cuando me deja en mi hamaca y me quita los zapatos. Y cuando se va, solo intento dormir, esperando a que vuelva para despertarme.
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THE MAZE RUNNER: EL LABERINTO ALTERNATIVO
Ciencia Ficción« ¿Quién soy? ¿Cuál es mi nombre? ¡¿Cómo me llamo?! No puedo olvidar quién soy..., ¿verdad? » ¿Puede una persona olvidar quién es? ¿Es posible olvidar hasta tu propio nombre? La respuesta: lo es. Mientras subes en esa caja es posible olvidar hasta...