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Narra Fabián Hoffman

—¿Señor? —enfoqué mi vista en la enfermera —¿Cuál es su nombre? ¿Señor? —abrí y cerré mis ojos nuevamente para así poder verla como debía

Mire a mi alrededor, seguía en el hospital

—¿Señor?

—si...si —la miré

—Necesito que me diga su nombre, no encontramos sus datos en los registros médicos de este país

Fruncí el ceño, creí haberlos dicho ya

—Fa... Fabián, Hoffman...

—Fabián Hoffman —escribió

Era obvio que nadie estaba buscándome en este lugar, no sabrían que estoy aquí, en Estados Unidos, Texas.

A mi mente vino Luca, ¿Estaría con Albert?

La señorita salió del lugar. Me recosté nuevamente en la cama e intenté pensar. Según el doctor ya tenía tres semanas aquí, quizá y mi hija ya nació.

Le suplique al cielo para que los tres estuvieran bien.

Mire por la ventana, era de noche. La habitación se sentía fría. Tenía que hacer una llamada, como sea pero tenía que hacerla.

Me levanté de la cama pero antes de que pudiera acercarme a la puerta, está se abrió antes

—Fabián —corrió hacia mí enseguida

Me había quedado congelado, ella me abrazó y yo no correspondí enseguida. 

Se separó de mí y me miró de arriba abajo con lágrimas en los ojos. Dió un par de pasos atrás y sus mejillas enseguida fueron mojadas por las lágrimas. 

Ella volvió a abrazarme y esta vez le devolví el gesto. El abrazo era fuerte, como si nunca quisiéramos separarnos.

—Al fin... —tomó mis manos —Fueron las peores semanas de mi vida yo...

Acaricié su mejilla

—Estuve tres semanas inconsciente y...

—¿Qué? —la mire sorprendido

Ella bajó la cabeza

—Los doctores me dijeron lo que te paso, caíste de una pendiente, tuvieron que hacerte una cirugía, acabas de despertar, al igual que yo

—¿Por qué estuviste inconsciente? ¿Y Jake? ¿¡Y mi hija!? —pregunté alterado

Ella desvió la mirada, y tomé su mentón para que me mirará

—¿Están bien?

—Si si —suspire —Jake, está viendo a un psicólogo...

—¿Por qué? —inquirí enseguida

—Está traumatizado con lo que pasó, pero paso a paso ha ido superando las cosas... —sus ojos se cristalizaron —No sabes como ha llorado.

La abracé de nuevo

—Grecia...¿Y la bebé? 

Ella suspiró profundamente. Estaba asustado por su respuesta.

—Nació con deficiencia cardíaca —ahogó un sollozo —Tuvieron que hacerle una cirugía a la maya de su corazoncito, sobrevivió pero tendrá que estar en tratamiento y... —soltó el llanto

—Ella va a estar bien —La miré a los ojos —Quiero verla, verlos...

Se acercó y con delicadeza unió sus labios con los míos, se sentía triste.

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