Miraba, perdida en un mar de pensamientos, lo que desde hace años le traía una paz inmensa, aquel paisaje que había contemplado desde su niñez, algo que nunca habían podido arrebatarle, aunque estuviera por perderlo, algo que permanecía con el pasar de los años, casi intacto, exceptuando el forzado curso de la vida, admiraba ilusionada, se dejaba llevar por lo que aquel lugar le expresaba, el soplar del viento sobre los arboles, provocando un sonido que la llenaba de plena felicidad, no importaba la situación, el motivo de encontrarse envuelta justo en el mismo lugar desde hacia años, siempre era el mismo sentimiento, felicidad, una abrasadora sensación que inclusive le provocaba lagrimas como método de expresar lo que sentía o lo poco que podía externar como respuesta a lo que la embargaba cuando estaba ahí.
Justo en ese preciso momento, lo necesitaba, por que si de algo estaba segura, era que aquel lugar tenia las respuestas a lo que la estaba perturbando desde la noche anterior, y aunque su mente había desechado esa angustia justo en el momento en el que había decidido descansar en una de las piedras desde donde solía admirar el lugar en el que se encontraba, irremediablemente había vuelto a la corta pero desfavorable conversación que había tenido con su madre.
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—Necesitas salir de este lugar Amelia, esto no es lo que tu padre y yo queríamos para ti. Esto no te hace ningún bien. —Karla, su madre, la miraba a los ojos a través del ancho espejo que usaba Amelia para reflejar lo que hacia cuando necesitaba obedecer a su cuerpo.
Angustia, o quizás ansiedad, su madre sabia que lo único que podía recibir de su hija era una expresión que no denotaba si estaba de acuerdo o no, eso era lo que la tenia sintiéndose de esa forma, ansiosa por saber que era lo que pasaba por su cabeza, y es que aun a pesar de los veintidós años que había pasado a su lado, criándola, velando por su salud, ese sentir era lo único constante en su vida. Nunca logro entender a Amelia, su propia hija, que reía solo cuando se encontraba fuera de la vista de los demás, que hablaba solo cuando se le exigía que fuera prudente. Eran sus siempre dispuestos gestos los que evitaban indagar mas allá, siempre complaciente, todo lo que se esperaba de ella, era obtenido, pero si su madre sabia algo, era que, aunque fuera de esa forma, nunca la veía expresarse como realmente ella quisiera frente e su Padre y frente a ella, su propia madre. Por esa misma razón se estaba llevando acabo esa conversación.
Quizás se deba al poco interés o a su propia forma de desenvolver su atención por descubrir lo que verdaderamente movía a Amelia, lo que provocaba que el corazón de su hija se acelerara, lo que la hacia entristecer, lo que la hacia rabiar, o lo que la ponía nerviosa, por que ella sabia que su hija desde luego que no era como Amelia había intentado hacerle creer, y aunque supiera todo esto, no se molestaba en hacerla expresar todas aquellas sonrisas que había notado que su hija escondía algunas veces, no cuando después de muchos años ni siquiera lo había intentado. Karla creía que su hija era quien tenia que descubrir quien era, así como la madre de ella le hizo aprender, y sabia que había retrasado es momento demasiado.
—Esta bien madre. —Fueron las únicas palabras que soltó mientras marcaba círculos sobre la palma de su mano, intentando calmar sus emociones.
Su madre la miro durante varios segundos, sabia que no recibiría mas por parte de ella, y no es que necesitara mas, su disposición por lo que estaba por pasar en su vida era lo único que buscaba.
—Llamare a tu abuela, posiblemente la siguiente semana puedas acudir a ella, depende de como este el trabajo estos días. —Sabiendo que no recibiría respuesta alguna, ni siquiera alguna expresión que denotara lo que estaba pensando su hija, se levanto de la única silla dispuesta en esa habitación, alejando la vista del reflejo de la chica.
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Amelia
Roman d'amourLo poco que amaba, su pequeño hogar, los vastos arboles que la habían acogido por años, la sola presencia de sus padres delante de la calida chimenea en la sala de descanso, su solitaria vida, todo eso, ahora estaba en riesgo dentro de su corazon. C...