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—Señor Park —Felix llamó al anciano que se encontraba leyendo un libro.

—¿Qué sucede?

—¿Usted tiene hijos? No quiero ser entrometido, pero estoy aburrido.

—Lo estás siendo.

El pecoso infló sus cachetes y tomó un sorbo de su agua.

—Solo quería saber... —los ojitos del menor se entristecieron, y eso hizo sentir culpable al anciano.

—Tuve una hija.

—¿Tuvo? ¿Por qué habla en pasado?

—Porque ella falleció.

Felix se sintió muy mal en ese momento al ver cómo la mirada del anciano cambiaba drásticamente a la tristeza absoluta.

—Mi princesa se fue hace mucho... dejó a su viejo padre solo en este mundo, pero yo la dejé primero sola.

—¿A qué se refiere?

—Ella se enamoró de alguien que no debía, un hombre al cual yo no aprobé, y por esa razón me alejé de ella. Cuando quise volver a recuperarla, me di con la noticia de que había dejado este mundo.

—Lo siento mucho, señor Park.

—Estoy bien. Después de tantos años, lo único que quiero es olvidar y creer fielmente que ella pudo perdonarme.

—Sabe, yo también perdí a alguien... —el señor Park miró al menor y este le sonrió.

El niño era la viva imagen de su difunta hija. Aunque él quisiera decirle que su abuelo estaba ahí y que no iba a descansar hasta que pudiera controlar su elemento, optó por callarse porque el miedo podía más que él.

—Vamos a intentarlo una vez más —el canoso se levantó de su lugar, seguido por el pecoso.

Felix hizo los mismos movimientos que el anciano le indicó.

Una pequeña esfera de fuego se formó en sus manos y grande fue su sorpresa al ver que esta duró más que las otras.

Felix observaba, perdido en aquel fuego, porque sentía que había una pequeña esperanza.

Después de tantos días de fallar, por fin sentía que todo valía la pena.

—¡¿Lo vio, señor Park?! Esta se mantuvo más tiempo... ¡Duró más que las otras esferas!

El canoso sonrió al ver cómo el menor daba saltitos de alegría, recordando cómo su querida hija se había puesto así de feliz cuando ella logró hacer lo mismo con su elemento.

El canoso sonrió al ver cómo el menor daba saltitos de alegría, recordando cómo su querida hija se había puesto así de feliz cuando ella logró hacer lo mismo con su elemento

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Ojos color miel | Danceracha AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora