PRÓLOGO

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Seattle/California

CORTE ACADÉMICA DE HONOR (CADH)

Miro con desprecio a Eda desde mi banquillo de "acusado" mientras sigue contando lo sucedido durante la CIL. El director de la US, Óskar Leone, quieren que me retiren la licencia para impartir clases en todas las universidades, pero lo que él no sabe es que no hay nada que pueda incriminarme, salvo sus palabras.

—Y eso es todo lo acontecido, su señoría —termina por contar.

La jueza Prescott es una buena amiga de los Cross, pero nunca se dejaba comprar con sobornos. Es demasiado justa, sin embargo, todos tenemos un lado que se puede quebrantar y soy el maestro de los juegos.

— ¿Qué tiene que decir en su defensa, docente Cross? —me pregunta inflexible.

Me pongo de pie y le doy una mirada amenazante a mi ex novia. Le hice la promesa a Aine de que ella no quedaría con la culpa, pero tampoco estaba dispuesto a dejar que se vaya de mi lado. Los juegos pervertidos entre ambos se terminarían cuando lo quiero yo y si el decano junto Eda se interponen en mi camino, entonces tengo que quitarlos de enfrente.

—Para hacer una acusación tan grave, se deben presentar las pruebas que corroboran. ¿Es correcto, Señoría? —Ella asiente, dándome la razón. Abotono mi saco y luego sonrío con arrogancia—. Solo quiero que muestren lo que tienen en mi contra o de lo contrario están cometiendo perjurio.

— ¡Eres un mentiroso, hijo de puta! —grita furiosa Eda mientras se levanta de su silla.

La jueza golpea su mazo para callar a las personas.

—Orden en la sala —habla con dureza. Voltea la cara hacia Eda—. Compórtese, Martens o tendrá que desalojar esta corte. —Ella cierra la boca y vuelve a sentarse. La jueza Prescott se gira en dirección de la parte demandante—. Como bien ha dicho, el señor Cross. Muéstrenme las pruebas que tienen en su contra o de lo contrario, se levantara este juicio y anularé la petición.

Las pruebas físicas que podrían estar incriminándome han desaparecido con una cuantiosa suma de dinero. Pagué para que todos cerraran la boca y no fueran un problema.

—Tenemos el testimonio de uno de nuestros estudiantes —anuncia Óskar.

Me tenso al saber que he dejado un cabo suelto, pero mi expresión sigue tranquila.

—Hagan pasar al testigo —ordena Prescott—. ¿Quién es la persona que viene a testificar sobre la veracidad de los hechos?

—Es uno de nuestros estudiantes. Se llama Ewan Tarver y él asegura que vio al docente Cross en una escena bastante comprometedora con una de nuestras alumnas —comenta el director.

Ese hijo de puta de Ewan es un jodido problema para esto. Si llega a soltar una sola palabra, me voy a encargar que nunca más vuelva a abrirla.

El ex novio de mi Kitten entra en la corte y todas las miradas se fijan en él. Viene andando con pasos seguros y confiados, pero no le va a servir que crea que la protección de Leone o Martens le va a ser de mucha ayuda.

Eda se levanta de su lugar y deja que Ewan sea quien tome su puesto. El imbécil me mira y le dedico una mirada de advertencia.

—Siéntese, estudiante Tarver —demanda la jueza y Ewan hace lo que pide—. También usted, Cross.

Me siento de mala gana, pero mis pensamientos siguen en retorcerle la garganta a ese jugadorcito de pacotilla. No entiendo como Aine pudo andar con él.

Prescott le hace la señal a Ewan para que empiece a relatar los hechos y lo hace sin demora. Con cada palabra que va diciendo mis ganas de molerlo a golpes, pero al menos no ha dicho cosas más explicitas que solo nuestra cercanía y que ella parecía incomoda cuando estaba cerca de mí.

DOBLÉGAME ||ATADOS #2||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora