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Narradora pov's.
No hay nada más doloroso y profundo en la vida, que anhelar lo que ya no esta.
El dolor de saber que una vez estuvo en ti, lo tuviste en tus manos y contigo, y ahora cada que cierras los ojos solamente es un recuerdo vagando de todo lo que fue.
– Luhan, una persona como él no te quiso.
– No es fácil para mí reconocerlo, pero... supongo que tengo que hacerlo, sino mi cabeza se quedará con la idea de que era amor. O tal vez lo era, pero a su manera.
– Yo se que tú puedes y se que es todo será a tu tiempo, pero por favor no tardes demasiado,la vida te está esperando con mos brazos abiertos afuera.
– No quiero que regrese –respondió observando un punto fijo de la habitación –. No quiero seguir sintiéndome miserable por su culpa.
Baekhyun asintió acariciando el cabello de Luhan.
– Sabes algo –Luhan negó –. No tienes idea de cuanto te admiro. Estoy seguro de que yo en tu lugar no hubiese podido con algo así. Eres tan pequeño pero tan fuerte –respondió dándole una sonrisa.
¿En serio?
Luhan no se sentía él joven de siempre.
Incluso se atrevía a decir que como hermano mayor, había fallado en su misión.
Su padre era una persona muy dura y no lo culpaba, las experiencias de la vida eran las que se habían encargado de hacerlo así y sumando su trabajo como agente de la policía, lo habían complementado todavía más. Casi como un ser de piedra.
Su familia sabía sobre la relación que había mantenido con Sehun, hasta su papá. Y por la propia boca de Luhan.
Muchas cosas estaban en su contra, empezando por el hecho de que su padre no aceptaba del todo su relación con Oh, pero su lema siempre era que nadie escarmienta en cabeza ajena. Además de que aunque aparentaba no sentir nada, la imagen que tenía de su hijo lo cambió por completo cuando él se acercó a hablar con él sobre su nuevo novio.
Y era un hombre duro, pero no un monstruo.
Sehun nunca le dio buena espina a su padre, desde que lo conoció como el amigo de su hijo, supo que había algo raro en ese muchacho pelinegro, además de las intenciones obvias que tenía con Luhan.
Y cuando Luhan le confesó que Sehun era su pareja, al señor Xiao no le quedó más remedio que aceptarlo y estar con más razón, al pendiente de la vida de su hijo.
Y su madre.
La señora Xiao era una verdadera bendición en la vida de las personas que la conocían. Su papá no era su lugar seguro, pero su mamá era quién le sanaba el alma siempre que lo necesitaba.
