Prólogo

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Temor, impotencia, desesperación, ninguna emoción negativa servía para describir cómo se sentia ese joven dragón siendo perseguido por esos lobos humanoides que no paraban de decir

-¡No le dejéis escapar - aquellas palabras hacían justicia a las malévolas intenciones de los perseguidores del dragón, pues vestían indumentaria hecha con piel y huesos de dragón.

Tras huir un poco finalmente las puertas de una inmensa ciudad, decoradas con finas estatuas de dragones, se alzaban ante sus ojos, lo logró, Colmillo de Guerra, la Ciudad de los Dragones se levantaba imponente, mas una flecha le sacó de su mente, de forma que se dió la vuelta, mostrando a la luz de la Luna una piel cubierta por escamas de un bello color amatista, unos cuernos dorados y un vientre anaranjado, pese a ser pequeño, sus ojos lilas brillaban con el resplandor de los Ancestros

-Parece que estás atrapado chico

-¡Mientes, saco de pulgas, Colmillo de Guerra es un lugar sagrado para los dragones, matar a uno en las puertas de la ciudad, os llevará a la guerra!- rugió el joven dragón tomando una posición defensiva

-¡JAJAJAJA! Miradlo, creyendo que un dragón va a salvarlo, ¿que harás, llamar a mamá o a papá? Uy espera, ¡pero si los hemos matado! - replicó el jefe de los lobos burlándose del pequeño, quien al recordar que sus padres habían sido asesinados delante de sus ojos cuando esos lobos asaltaron su caravana de camino a la ciudad, aquello le hizo hervir la sangre, cargando su aliento y preparando sus garras para luchar- De todas formas, no creo que ningún dragón venga a salvarte, matadle

Al momento varios lobos se lanzaron contra el joven dragón quien expulsó un haz de luz púrpura, que desintegró a 3 de sus atacantes, al ver eso, el jefe de los lobos no se inmutó y cargó junto a los suyos contra el dragón morado, quien se deshacía de todos a base de coletazos, potentes mordiscos, feroces zarpazos, brutales embestidas con los cuernos y su peculiar aliento, pero cada vez que derrotaba a uno, tres más aparecían la batalla parecía estar pérdida, lo tenían rodeado, entonces cerró los ojos esperando el final, de pronto una voz le preguntó

-¿Estás bien pequeño? - cuando el joven dragón abrió los ojos, vió a una pareja de dragones adultos ataviados con armaduras doradas que le miraban con una calma sobrecogedora, lo que más asombró al joven dragón fue no la calma con la que le miraban, sino que el dragón que le habló tenía las escamas de un color morado puro y la dragona, que asumió que era su pareja, tenía escamas negras, había oído hablar de ellos, pero este, casi sin poder hablar, dijo sus nombres

-¿Estás bien pequeño? - cuando el joven dragón abrió los ojos, vió a una pareja de dragones adultos ataviados con armaduras doradas que le miraban con una calma sobrecogedora, lo que más asombró al joven dragón fue no la calma con la que le miraba...

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-General Spyro.... Capitana Cynder... -Spyro, el dragón púrpura y Cynder, la ex lugarteniente de Malefor, los responsables de la derrota definitiva del Maestro Oscuro estaban delante suyo, aun incapaz de hablar, el pequeño dragón recordó la pregunta y asintió afirmando que estaba bien

-¡Tú, eres aquel asqueroso dragón que asesinó a Galo y acabó con Malefor, Spyro! -rugió el cazador de dragones furioso ante la presencia del archifamoso Dragón Púrpura y la Antaño líder de los ejercicios del Maestro Oscuro

La Leyenda de Spyro: La senda del AdaliskDonde viven las historias. Descúbrelo ahora