Todo se estaba desarrollando a pedir de boca, mi hermana se había ido ,tenía la música perfecta y una botella de vino enfriándose en la nevera. La antesala idónea al sexo. Porque esta noche,tras un año sin acostarme con nadie iba a follar hasta no poder más. Mi cuerpo lo estaba deseando, llevaba mucho esperando.
El chico no tardaría en llegar , me recoloque el sujetador debajo del vestido y me senté en el sofá a esperar. Pasada la hora ya tenía claro que me habían dejado plantada, pero no me iba a deprimir,siempre positiva. Aunque me daban ganas de ir a buscarle y meterle un guantazo. Decidí jugar conmigo misma. Mejor sola que mal acompañada y nadie conoce mi cuerpo como yo.
Saqué el vino y me puse una copa, le di un buen trago. La sensación del líquido bajando por la garganta era una delicia.
Fui a mi habitación, dejé la copa en la mesita de noche y empecé a desnudarme delante del espejo de cuerpo entero. Miraba mi reflejo y me encantaba todo lo que veía. Poco a poco deslizaba los tirantes del vestido por mis brazos, la prenda cayó al suelo con fluidez,dejando a la vista mi cuerpo solo con la ropa interior. Me acaricié los brazos con las yemas de mis dedos, la barriga, los pechos, el cuello. Disfrutando de mi piel suave, gracias a la crema hidratante. Me desabroche el sujetador y admiré mis senos. Eran pequeños, pero suficientes para mi. Deslicé mis manos por ellos, le di un tironcito al pezón, se me erizo la piel. Bajé hasta el borde del tanga de encaje negro, me deshice de el. Me deleité mirándome y acariciando mi cuerpo. Me notaba humeda. Me acerqué a la mesita de noche, cogí mi vibrador y me senté a los pies de la cama, con las piernas abiertas, mirando mi reflejo. Me ponía mucho la idea de verme gozando de placer. Acerqué mis dedos al clítoris y lo masajeé lentamente, en círculos, haciéndome soltar algún que otro suspiro de placer, aumenté el ritmo.
Me veía sudorosa y muy excitada en el reflejo del espejo,eso me puso aun mas. Mis dedos no eran suficiente, necesitaba más, mi cuerpo pedía a gritos más placer y decidí introducirme el vibrador. Con cada embestida mi cuerpo se preparaba para el ansiado orgasmo. Los dedos de los pies se me encogieron, la espalda se me tensó , mi cabeza dejó de pensar, a estas alturas creo que se me fundió hasta alguna neurona, cuando el orgasmo me golpeó en todo el cuerpo. Cada fibra de mi cuerpo sentía placer. Veía el reflejo de mis ojos en el espejo, estaban brillantes por todo lo ocurrido, nunca me había visto tan sensual como en ese momento.
El relato es cortito, pero espero que os guste.
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Déjate tentar
Non-FictionPequeños relatos hot, para pasar un rato divertido y que suba un poco la temperatura de tu cuerpo.