Cien soldados por cada cabello de mi hija.

6 1 0
                                    


Entonces, Tom se acercó con la cara manchada por el espeso líquido rosáceo que bien sabía Niels que era la sangre de aquellas apestosas criaturas de máscara negra.

-les están atacando en la llanura...- gritó frenético.
.
Niels corrió hacia el montículo donde se apreciaba como un enorme regimiento de soldados negros se defendía de unos enemigos invisibles que atacaban por el Este y un ejército de enanos que hacia lo mismo por el Oeste.

-demasiadas coincidencias...- se repitió.

Entonces se volvió a los suyos y percibió en muchos de ellos, una expresión de alivio, en cambio, otros reflejaban la emoción y el éxtasis por la batalla, mientras que tambien los había con una de extraña mueca de satisfacción.

No sabía si responderían a su llamada, pero debia intentarlo, sabia que muchos de ellos se morían de ganas por entrar allí y saldar aquella cuenta que su canción de guerra había marcado durante todo el trayecto.

Entonces miró a Ghazlar y asintió como si los ojos del anciano lo dijesen todo.

Después se situo en lo alto de la loma, frente de todos ellos y señalando al campo de batalla exclamó.

-no es necesario que deis más... pues se que todos habéis demostrado suficiente y todos habéis dado la talla...-

-pero yo no estoy satisfecho pues he venido a saldar una deuda...- entonces miró a la cara a quienes sabía que eran padres, como Ghazlar o Chalmon y a otros más que lo escuchaban con atención.

-no quiero pediros más... pero voy a hacerlo, porque quiero cobrar esos cien soldados por cada cabello de la hija de Ghazlar-

Sin embargo, antes de que nadie pudiera decir nada, Chalmon subio junto a el y levantando una espada que estaba completamente manchada por aquel asqueroso y viscoso líquido rosáceo, gritó.

-¡vamos muchachos... cobremos esa deuda, cien soldados por cada cabello de nuestros hijos!-

Tras sus palabras, prorrumpieron al unísono con un ensodecedor grito, acaparando la llanura desde el sur y captando la atención de los lú-kairh que aun no habían podido ocupar sus puestos frente al ataque de los misteriosos ejércitos que los asediaban por los flancos.

La noche era tan oscura que solo permitía ver sombras moviéndose de un lado al otro, mientras que las flechas encendidas de ambos bandos iluminaban en cierto medida aquella extraña ejecución en medio de la nada.

Resultaba extraño ver como todos pasaban, de la ilusión a la resignación y del miedo a la ira, saltando de un extremo al otro como si las barreras entre ambos no existieran.

Entretanto en el confuso juego de sensaciones en el que tambien él se veía atrapado, Niels observaba con ansia enfermiza el tumulto de máscaras negras que se revolvía entre las sombras intentando sin éxito, sobrevivir a un castigo que caía del cielo en forma de flechas teñidas de fuego.

Sin pensarlo dos veces corrió a su encuentro con toda la rabia que la imágen de un lú-kairh suscitaba en él, rememorando la sensación de dolor y sufrimiento que esos malditos seres transmitían allá donde fueran.

Aquella imagen lo trasladó a su último encuentro con Colban, donde aquel mal que asolaba toda la tierra lo estaba transformando en una espantosa roca viviente.

Esos y otros recuerdos lo empujaron a lanzarse con un ardor cuya poderosa llama lo hacía imparable, introduciéndose sin temor en medio de una batalla en la que nadie en su sano juicio se habria atrevido a entrar.

Sin darse cuenta, se encontró en medio de una maraña negra, cientos de soldados observándolo con una sorpresa inédita, mientras él sacaba su fulgurante arma tiñendo de un ígneo naranja, el negro color de aquellos que lo rodeaban.

La canción de Áriga, OmneirhDonde viven las historias. Descúbrelo ahora