te pongo mal .

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advertencias de contenido: sexo anal explícito, comportamiento posesivo, top haaland, mención de julián/otros.

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El vestuario después del partido está lleno entero de sonrisas y felicitaciones a Julián. El argentino les agradecía con su inglés y clásica sonrisa tímida. Parecía relajado, a pesar de todo, recostado contra su casillero y revoloteando su mirada alrededor de sus compañeros.

En dado momento aterrizan sus ojos sobre los de Erling, brillantes en la euforia y emoción que resta de la adrenalina. Atrae escalofríos a la piel de Haaland tan fácilmente como siempre lo ha hecho su rostro de niño bueno, y no puede evitar pensar lo que será verlo entre lloriqueos de placer, montando su gorda polla hasta que le tiemblen las piernas de la estimulación.

Son todas fantasías con evidencias; ya lo ha follado antes, inmortaliza las expresiones de Álvarez en su memoria como lo haría una fotografía de gran calidad. Tal vez es obsesión, como le han mencionado varias veces, aquello de que tres de cinco pensamientos tengan el nombre del argentino escrito en alguna parte.

Cree que si vieran la forma de los labios de Julián alrededor de una verga, con sus ojitos llorosos y mejillas sonrosadas tal como lo ha hecho Haaland, lo entenderían mejor. Luego se arrepiente de pensarlo porque el anhelo que yace en su estómago se riza con la posesividad casi extremista a la que Erling podría llegar a sentir, y se transforma en ansía por una soledad que los abarque solo a ellos porque, por más que desea mostrar cuan suyo es Álvarez, entiende que sus besos significan más una ocasión casual sin ataduras que otra cosa.

Eventualmente aquel deseado momento llega, con cada jugador aterrizando en la salida después de despedirse. Entonces es Erling y Julián y el éter de sublime gracia a su alrededor, tan indudablemente suyo que goza de su nombre. Cuestiona para sí mismo si tal cosa (esa excelsa belleza escrita entre las facciones de su cuerpo) siquiera existe; ha pensado, no solo en singular ocasión, que tal vez el atrayente aura de Álvarez es coloreada a través de los encariñados lentes de Haaland.

"Erling" lo llama Julián, acercándose a su lado. Todavía lleva shorts, pero la liberación de su camisa muestra el plano abdomen y los hinchados pectorales que llevan centralizados el rosa oscuro de sus pezones. Haaland se esfuerza por no mirarlos, (y solo un vistazo es suficiente para grabarlo en su mente con la mayor claridad) pero no puede evitar sentir un algo arañar debajo de su piel al notar las leves marcas - marcas que no hizo Erling, ornamentar su piel de nevisca.

Desconoce que es; no lo llama celos porque se asemeja a una cosa más profunda, más dolorosa, más peligrosa. Que a Haaland le lastima no aguardar a Julián en una celda (nombrada tal porque en Álvarez no hay amor por Erling, y sufriría de descontento atrapado por su persona) formada en cristal, de trasparentes vidrios para fascinar solo a él cada día de la delicadeza que se transforman en sus ojos, destellos de astros que afortunado ha sido de ver brillar en venéreo regocijo.

Julián le habla de varias cosas con una sonrisa, pero Erling se distrae fácilmente con... todo, en él. Lleva un nivel más alto que simple apreciación; Haaland construye álbumes con fotografías de cada marco encarpetado en sus neuronas desde el desordenado cabello de Álvarez al despertar hasta el rubor que se matiza en su cuerpo con los dedos de Erling toqueteando su interior.

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