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Las guerras suelen tener el efecto de acelerar el proceso de la historia.

By: Pieter Geyl.

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Harry dormía plácidamente, hasta que un rayo del sol le dió de lleno en el rostro, maldecía internamente mientras se tallaba sus ojos con pereza.

Buscó con la mano sus lentes redondos en la mesita de al lado de su cama, aún con el rostro hundido en la almohada para evitar que aquella luz molestará de más, apenas amanecía y había olvidado cerrar aquellas cortinas de seda roja.

Sintió en sus falanges un pedazo de madera y recordó en ese momento que no tenía que estar expuesto al sol para nada.

¡Claro, eres un mago Harry, reacciona!

Con un movimiento de aquella madera mágica, sin pronunciar ni una sola palabra, movió las cortinas.

Más bien, las arranco de dónde estaban con un agresivo estirón.

Harry tan sólo rodó los ojos y se obligó a levantarse para arreglar aquella bonita cortina con bordados dorados.

Aún no controlaba las explosiones de magia que sus padres le dijeron que sufriría conforme más creciera.

Ahora mismo cursaba su sexto año y se encontraba simplemente abrumado.

Teniendo en cuenta que ahora tenía que convivir más con el estúpido- director Dumbeldore, con quién ya notaba su exagerada y fingida amabilidad, y su nuevo profesor de Pociones, Horace Slughorn, otro dolor de cabeza seguro.

—¡Harry! ¡Harry, ¿Ya estás despierto?, Vamos compañero!- Y ahí está su querido mejor amigo, otro sirviente a la orden de Dumbeldore, algo que ya le había demostrado en varias ocasiones, pero la que más le había molestado fue aquella vez en la que se dió cuenta por parte de Hermione que Ron había accedido a darle información sobre sus asuntos personales a Dumbeldore, aunque agradecía darse cuenta de sus malas amistades.—¡...Hermione, ayúdame a abrir esta puerta!

Resopló y se acercó a abrir antes de que Ron rompiera la manija de tanto girarla y tironearla.

—Ya estoy despierto, buenos días Ron.

Ron no hizo caso a su tono seco y tan sólo jaló su brazo escaleras abajo para entrar a la sala común de su casa.

Agradecía haber convencido a Dumbeldore de darle una habitación para el sólo, con la excusa de no querer despertar a nadie cuándo practicará sus echizos, ya que lo necesitaría.

—¡Al comedor Harry! ¡Muero de hambre y tú no te querías levantar!— Chilló Ron con enojo.- Y ahora, ¿Dónde demonios está Hermione?

Uno de sus ex-compañeros de habitación, Dean Thomas, se acercó a ellos, pues escuchó el griterío que había formado el pelirrojo.

—¡Ey Harry! Si buscan a Hermione, ella ya fué al comedor, pidió que les avisará pues ella se ocuparía en algo y tenía que irse ya.

Harry agradeció la información y se dejó arrastrar por el pelirrojo, que despotricaba que no los volvería a esperar para ir a desayunar.

Al llegar vieron como Hermione se dirigía apenas a la mesa de Gryffindor desde otra de las mesas.

Desde...

¿La mesa de Slytherin?

Afortunadamente Ron no se dió cuenta de aquel detalle, pues si lo hacía, no dejaría el tema en el resto del desayuno.