Huevo de Pascua

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El silencio era sepulcral.

La mayoría de vencedores estaban simplemente callados, mientras que otros se arrodillaban en honor a los que iban a caer.

En una plataforma amarilla un híbrido de oso se acercaba lentamente al chico de gorro de lana que miraba con miedo el panorama de sus compañeros cayendo uno por uno.

-¿Quackity?...

No recibió respuesta.

-Hey...Patito, está bien.- dijo para ayudarlo a sentarse en la plataforma para darle un poco de confianza.- Será rápido.

-¿Cómo lo sabes?- Pregunto el contrario mientras se recostaba en el hombro del chico.

-Solo... Lo sé.- El silencio entre ellos no era incómodo, mucho menos generaba miedo, aunque sabían cuál era su destino.-Lo hicimos bien...Eso es lo que-

Pero no puedo terminar su frase porque una bala le atravesó el cráneo por detrás.

El pelinegro solo vio como el cuerpo sin vida del hombre en quien más confío caía de la zona amarilla al suelo con un sonido seco.

-No... ¡No,Nono por favor!- grito y sin pensarlo se dejo caer de la plataforma hacia el castaño.

En la caída, sus piernas quedaron totalmente destruidas porque 6 metros de altura no es nada seguro.

-Por favor... Déjenme morir a su lado, por favor déjenme morir al lado de Rubius.- ruega mientras se arrastraba al cadáver del híbrido.- Quiero morir a su lado...-sollozo mientras abrazaba la cabeza ensangrentada de su amigo.

Algunos ganadores se acercaban para poder consolarlo o ayudarle a estar en una mejor posición.

Aunque no pudieron hacer nada.

Los sollozos solo detuvieron cuando el sonido de una bala se disparó y termino en la sien del chico de gorro de lana.

Su cuerpo cayó como el de muchos otros, que si no morían de un disparo en la cabeza, morían de una explosión en su pecho.

A lo lejos, en un torre de color azul, el chico de orejas color noche miraba la masacre que se estaba dando.

Explosiones, disparos, llantos, ya sean de tristeza o de alivio.

Se lo había prometido, le había prometido a Karl que ganaría estos juegos del demonio por él, que encontraría la forma de salvarse y llevarse a sus amigos con él.

Pero no todo era color de rosa.

Sabía su destino, sabía cómo iba a terminar, y no podía despedirse de sus amigos.

Pero Spreen era conocido por ser alguien con orgullo y honor.

-A mi nadie me va a matar.-dijo mientras se acercaba al borde de la torre.- El único que puede matarme...soy yo.- Y antes que una bala atravesara su sien o su cráneo, dio un paso al frente.

Cayendo del enorme edificio, muriendo en el acto.

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El sonido de las teclas se escuchaba por todo la habitación, todos haciendo su respectivo trabajo y de pronto la puerta principal era abierta con un poco de brusquedad.

-Señor...El técnico general dijo que puede haber una falla en el juego "Huevo de Pascua".-dijo el guardia mientras se acercaba a su superior

-¿Qué?


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