Haseki Yasal Naip Sultan.
Hürrem repetía en silencio su nuevo título, como si con cada susurro tejiera un hechizo que afianzara su poder. La regencia no era un papel menor: era la corona invisible sobre su frente, el cetro forjado con su astucia, con sus lágrimas, con cada hijo que había traído al mundo bajo la mirada de Alá.
Ahora residía en los aposentos del sultán, mientras Mihrimah cuidaba los suyos como si guardara un santuario. Madre e hija se habían reacomodado en el corazón del palacio como piezas de ajedrez que se niegan a caer.Pero Hürrem pensaba en Suleimán… y en la guerra. El nombre del sha Tahmasp ardía como una espina en sus pensamientos. ¿Cómo frenar a un enemigo cuando tu escudo es un imperio entero? Cihangir ya tenía dos años, al igual que los otros dos príncipes. El trono se llenaba de herederos, pero solo uno sería sultán.
—¡Esma! —llamó con voz firme.
—Haseki regente. —La esclava se inclinó hasta tocar el suelo con la frente.
—Tráeme a Yahya Pasha. Necesito un informe detallado del territorio y saber cuándo volverá nuestro sultán.
—Enseguida, gran sultana.
Esma se desvaneció como humo y, desde la terraza, salieron Bayaceto y Abdullah.
—No me gusta tu habitación nueva, madre —murmuró Abdullah, arrugando la nariz.
—¿Y eso por qué, mi sol?
—¿Dónde está mi cuarto?
—Aquí no hay cuartos pequeños, hijo. Esta es la habitación del sultán. Tiene una sola cama, un balcón que abraza Estambul y los suspiros de todo el imperio.
—Ahora tú eres el sultán. —Abdullah rió, y Bayaceto también.
—Si madre fuera sultán, habría colores y música todos los días —añadió Bayaceto.
Hürrem sonrió y los besó en la frente. Eran sus pilares. Sus joyas. Su ejército.
—Madre, nos retiramos —dijo con dulzura Beyhan Sultán. Nadie solía notarla… pero Hürrem sí. Había luz en su corazón, aunque el palacio comenzaba a marchitarla.
—Mi dulce Beyhan. Ten un buen día.
—Gracias, madre. Si se estresa demasiado, tome un té de hierbas. —La joven era aún una flor, pero entendía que en ese palacio uno debía cuidar de su madre para no morir de pena.
🥀
El mármol reflejaba la figura de la mujer como si fuera una escultura antigua. Tagmasp la rodeaba como una serpiente midiendo a su presa.
—Tardaste bastante, esposa.
—No tuve apoyo alguno —respondió Firuze, con los ojos fijos en él.
Tagmasp la tomó del cuello con brusquedad.
—Suleimán debería estar muerto.
—Estas cosas llevan tiempo, no son flechas ni cuchillos. Son venenos que se cocinan en el alma.
—¿Embarazarte fue parte del plan? ¿O solo placer?
—Me dijiste que hiciera lo necesario.
—Mataste hombres con un beso. No dejaste que nadie te tocara... hasta ahora. ¿Por qué?
—Te casaste conmigo por mi linaje, por mi aquelarre. ¡Díselo a tu Sultana, tu Istar! Que tenga cuidado con quién se acuesta.
—¡Istar no me es infiel!
—Ella no necesita serlo. No necesita matar, ni bailar para conquistar. Yo soy la que se sacrifica. Yo soy la llave de la muerte.
—Hürrem está sola. Podrías haber tomado el trono en este instante. ¿Por qué no lo hiciste?
—La protegen bien. Tiene un espejo...
—¿Un espejo?
—El espejo del alma. El que refleja su poder. El que se entera de todo: Selim...
🥀
Francia.
Los candelabros temblaban con la risa de las damas. Claudia rompió el sello con impaciencia y leyó la carta con ojos ávidos.—¡Catalina, por Dios! No puedo esperar a leer esto...
> Bella Claudia, que Allah mediante estés bien. Tengo tanto que contarte. Suleimán está en guerra con los persas y yo soy la regente del Imperio. No ha habido escándalos mayores... salvo los del pueblo.
Sigo siendo, como me recuerdas, una esposa que gobierna.
Espero visitarte. Pero debo poner a mis hijos a salvo para hacerlo. Que Allah proteja a Francia, Estambul y sus cálidos vínculos.
Tuya, Hürrem.Claudia dejó la carta sobre la mesa y se llevó las manos a las mejillas.
—Nuestra sultana está arrasando con el poder masculino —declaró entre risas.
Su esposo entró al salón, leyendo una carta idéntica.
—¡Ya lo sabes! —dijo con una sonrisa.
—Al fin ha tomado las riendas del carruaje —respondió él. Ambos sabían que había una mujer en Estambul cuya luz atravesaba mares.
🥀
—Su atención estará volcada en Cihangir. No notará lo demás.
—¿Cómo procedemos?
—Que la criada se gane la plena atención de de alguna tía. Si es Hatice, mejor: es impulsiva. Eso nos dará tiempo para afectar a su alteza Selim.
🥀
El jardín palaciego estaba en flor. Las sultanas conversaban entre dulces y sharbat, aunque Sha Sultán permanecía en silencio.
—¿En qué piensas? —preguntó Hatice.
—Nada...
—Oh, vamos, te conocemos.
—Pienso en Mehmed.
—¿Qué pasa con él?
—Su futuro... se ve empañado por ese niño de Suleimán.
—¿Hablas del bebé o del sultán?
—No veo diferencia. —Gülfem suspiró. Sha prosiguió:
—Nadie lo ataca. Nadie lo desafía. Es raro para un heredero. Pero yo lo apoyaré. Será el mejor sultán que haya vivido.Un grito rasgó la calma:
—¡¿Quién es esa mujer?! —Hatice señaló a lo lejos.
Una criada daba un líquido oscuro al pequeño Cihangir.
—¡Cihangir! —gritó Sha.
—¡Deténganla! —Hatice se alzó como un huracán.
Los guardias corrieron, pero la mujer se soltó, abrió un broche oculto y liberó un polvo venenoso que inhaló antes de caer fulminada.
Gülfem tomó al niño temblando.
—¡Hay que llevarlo con el médico! —Hatice tomó al pequeño en brazos y corrió por los pasillos, como si cada paso pudiera apartarlo de la muerte.
🥀
Selim caminaba por el palacio. El aire tenía algo espeso.
—¿Dónde está todo el mundo? —preguntó al vacío.
Una doncella lo interceptó con una sonrisa temblorosa.
—Tu madre no debe meterse con la sultana Firuze.
Y le clavó una daga.
El filo lo tocó en el estómago, pero no era mortal. Aún. La mujer huyó.
—Inservible hasta para matar. —murmuró Selim, con la voz atravesada de dolor.
La sangre caía como un rosario roto. Paso a paso, herido, dejó un rastro que brillaba como rubíes en el mármol.
Debía llegar al harén.
Debía sobrevivir.
Porque Hürrem no podía perder otro hijo.

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Serpiente Rusa |En Edición|
FanfictionTras ser despojada de su libertad y obligada a presenciar el brutal asesinato de su familia, Alexandra es vendida como mercancía humana en el mercado de esclavos. Su destino cambia cuando es adquirida como un exótico regalo para el sultán del Imperi...