La reunión en el Palacio Imperial de Topkapi era uno de los tantos rituales de unidad que la sultana Hürrem organizaba, bajo el sutil pretexto de festejar la llegada de la primavera. El salón principal del Harén se engalanaba con flores de naranjo, cortinas de brocado rojo y tapices bordados en oro. Allí, sentada en el diván central, Hürrem reinaba como una leona entre sus cachorros. A sus pies, los nietos jugaban entre cojines perfumados y los eunucos vigilaban con discreción.
Su mirada, aún viva a pesar de los años, se posaba en cada niño con una mezcla de orgullo y cálculo. Aquel día no era distinto: los príncipes y las princesas descendientes de su linaje habían sido convocados con dulzura, menos aquellos que el corazón de Hürrem había dejado de considerar válidos.
La presencia de su Humashä la fuerte hija de su difunto león mehmed no pasaba desapercibida, una belleza con lengua afilada.
Los ojos de la gobernante se posaban una y otra vez sobre el hijo de Mihrimah, era el centro de sus atenciones. La sultana lo abrazaba y entre caricias murmuraba versos del Corán y nombres de grandes sultanes.
—Este niño... este niño es fuego. Lo siento en su piel —susurró.
Mihrimah la observaba con una sonrisa ambigua, sabiendo bien que su madre planeaba, teniendo cerca siempre a sus dulces hijas Aysé Hümasha La mayor y Kraliçe la delicia del palacio.
A un costado, en una silla menos decorada, Nurbanu Sultan observaba la escena con los labios apretados. Su hijo Murad, aunque vestido con sedas venecianas y un turbante de zafiros, apenas recibió una mirada fugaz de su abuela. Aquello fue más elocuente que cualquier palabra.
Selim lo notó. Le tocó la mano a su esposa.
—Mi amor, por favor...
—Luego. Hablaremos luego —murmuró ella con un tono que no admitía réplica.
Más allá, los otros nietos compartían dátiles y sorbetes con la inocencia de la sangre mezclada. Bayaceto, con sus hijos Orhan y Mustafa; Abdullah, que sostenía a su hija Sivekar, la más pequeña; y los nietos ausentes de Cihangir, aún sin noticias.
Cuando la reunión terminó, el ambiente era tibio, pero los nervios flotaban como cenizas invisibles. Selim y Nurbanu regresaron a sus aposentos sin hablar.
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El portazo que dio Nurbanu hizo temblar las lámparas de aceite.
—¡Estoy harta, Selim!
—Mi amor...
—¿Por qué hacen diferencias? ¿Porque soy veneciana? ¿He corrompido tu linaje? —gritó arrojando su corona al suelo—. ¡Mi hijo también es un príncipe!
—¡Basta! ¡Nadie ha dicho que no lo es!
—¡No hace falta decirlo, Selim! ¡Se ve! ¡No lo miran! ¡No lo nombran! ¡No le dan lugar!
—Eres mi Haseki, la madre de mi heredero.
—¿Y de qué me sirve ese título si mi hijo es ignorado como un bastardo? ¡Tu madre lo ha decidido ya! El niño de Mihrimah heredará el trono. ¡Todos lo saben!
—¿Y tú quieres el trono para ti?
—¡No! Lo quiero para ti. ¡Y para nuestro hijo! ¿Qué madre no lo querría?
Selim se sentó. Su rostro se ensombreció.
—Desde que me hablaste del poder, he tenido pesadillas, Nurbanu. Veo la sangre de mis hermanos derramada por culpa de ese trono.
—¡Entonces lucha! ¡Y si no puedes luchar, déjamelo a mí! Yo tengo la fuerza, la voluntad, la inteligencia.
—¿Qué planeas?
—Neutralizar a tu madre. Llevarla al margen. Forzar una renuncia decorosa. Serás sultán antes de lo que imaginas. Confía en mí.
—No te reconozco... hablas como una loba.
—Porque sólo las lobas sobreviven en este palacio.
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Un mes después, las calles de Estambul ya hablaban. Las teterías, las barberías, los corredores del Bazar...
—La sultana Hürrem envejece. No suelta el poder.
—Selim es el hijo legítimo. ¿Por qué no gobierna?
—Esa veneciana... Nurbanu. Ha envenenado su mente.
—Más bien ha despertado su ambición.
—¿Y qué hay del nieto? El Mehmed nuevo. Se dice que Hürrem quiere que él herede.
—¡Un nieto en vez de un hijo! ¡Una mujer que no respeta el orden divino!
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En palacio, los gritos frente a las puertas no tardaron en llegar.
—¡Queremos al Sehzade Selim como sultán!
—¡Devuelva el trono, sultana Hürrem!
—¡Bruja! ¡Usurpadora!
Desde su balcón, Hürrem observó a la muchedumbre con ojos afilados. Sumbul le traía informes constantes. Incluso algunos jenízaros ya murmuraban. El poder de la madre sultana comenzaba a resquebrajarse.
Esa noche, en la penumbra de su cámara, Hürrem lloró sobre el pecho de Sumbul.
—Me traicionan... mi sangre... mi Selim...
—Mi sultana, no se aflija... Usted es aún la Regente. Nadie puede arrebatárselo.
—No por mucho. Llámalos. Los quiero fuera.
—¿A quiénes?
—A los jenízaros que apoyen a Nurbanu. A los nobles que promuevan su voz. A los sabios que insinúen su nombre. Llámalos y que hablen ante mí. O que sangren.
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Una semana después, el palacio de Hürrem estaba rodeado. Armaduras y lanzas relucían bajo el sol. Selim descendió de su caballo con rostro tenso.
La gran puerta del harén se abrió. La Haseki salió. Lenta. Envejecida. Pero imponente.
—Madre... he venido a pedir lo que me corresponde.
—¿Y con qué derecho me lo exiges?
—Soy tu hijo. El hijo del sultán. Tu heredero.
—Eres el hijo de una mujer a la que manipuló una veneciana. ¿No ves cómo se ríen de ti en el diván imperial?
—Madre, no haga esto más difícil...
—¿Sabes cuántas veces estuve sola en este palacio, rezando porque tú vivieras? ¿Cuántas veces oculté mis lágrimas, mis dolores, mis derrotas? Y ahora vienes tú, empujado por los pechos de una mujer extranjera, a reclamarme lo que forjé con sangre.
Selim bajó la cabeza.
—Lo sé, madre. Pero ha llegado el momento de retirarse. Tus enemigos no te temen. Tus aliados envejecen. Tu pueblo ya no te canta.
—¿Y tú me reemplazarás?
—Debo hacerlo.
Hürrem respiró hondo. Luego, con una seña de su dedo, los cipahis rodearon a Selim. Una cuerda fue colocada sobre su cuello. Él no opuso resistencia.
—¡Madre!
—No por venganza, hijo. Por advertencia. Aún estoy viva. Y mientras esté viva, el trono no lo tocarás. Dile eso a tu esposa veneciana. Si quiere la corona, tendrá que desgarrarla de mis manos.
🥀
Desde una ventana oculta, Nurbanu observaba. Dejo de sonreír levemente, asustada por Selim pero aún con la firmeza de una leona joven, tenía a Murad aún.
—Entonces... así será.—Dijo mientras acariciaba su vientre
El juego de veneno y poder apenas comenzaba.
Cuenta regresiva
2

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Serpiente Rusa |En Edición|
FanfictionTras ser despojada de su libertad y obligada a presenciar el brutal asesinato de su familia, Alexandra es vendida como mercancía humana en el mercado de esclavos. Su destino cambia cuando es adquirida como un exótico regalo para el sultán del Imperi...