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Oh mi agridulce corazón me avientas al abismo, más traicionero que el propio Judas, me has fallado miles de veces, tantas que he perdido de vista la cuenta. Adoro el sentimiento que yace en mi pecho, más eres también el causante de mi sufrimiento, me embriagas la mente, al igual que el pensamiento.
Eres un whisky, combinado con tabaco, se enreda y desenmascara misterios del ser humano, no volveré a derramar lágrimas de sangre por mi rostro, a medida que los días transcurren mi odio hacia ti crece cada día, y con todo ya estoy arto de ti, acabaré con esto y tu melodía no volverás a latir, para mí tus malditos latidos son lo que mantienen vivo, te odiare por el resto de mis días.
