Jojo's Bizarre Adventure: Blood and love are wine color.

Entre el cielo estrellado y las ruinas de una estrella caida. (Parte I)

. . . Capitulo I . . .

. . . Una estrella que nació en lo más profundo de la tierra. . .

Han pasado diez años desde que Darío Brando y George Joestar pactaron el destino de ambas familias con su trágico encuentro.
Es el año 1679, ahora el hijo de Darío, Dio, tiene 11 años y lo único que ronda por su cabeza son incesantes preguntas sobre el porqué merece la vida que tiene, la vida a la que su padre le ha confinado a vivir.

. . . 𝕻𝖗𝖎𝖒𝖊𝖗 𝖉𝖎𝖆𝖗𝖎𝖔 𝖉𝖊 𝕯𝖎𝖔 𝕭𝖗𝖆𝖓𝖉𝖔 . . .

¿Qué es lo que eres capaz de hacer para alcanzar la tan anhelada felicidad? Es aquello que me preguntaba todos los días. Sin parar, cada mañana, despertaba con esa misma idea en la cabeza. ¿Por qué a mí? Digo, ¿Por qué yo debo tener esta vida? ¿¡Acaso hice algo malo solo por nacer?! ¿Por qué...? ¿por qué nací en el infierno?
Se supone, según la creencia cristiana, que los hombres buenos van al cielo, y los hombres malos al infierno. Pero eso no me explica para nada; porque mi punto de partida es en este paramo infernal. Uno donde, si bien, no calza con la representación de las flamas y ardientes quemándolo todo a su paso. Lo hace a la perfección con las penumbras y con los demonios que solo se alimentan de tu vida y la hacen tan dolorosa que la muerte parece una solución piadosa en ese momento.
Recuerdo todos los días como este anciano, demacrado y decrepito, hizo trabajar a mi madre hasta el cansancio, hasta el día de su fallecimiento. Pero... ¿Por qué? Porque si ella era tan buena... ¿Por qué merecía ir al infierno? ¿Por qué merecía recibir este castigo, porque me dejo solo en él? Quisiera entenderlo, no aguanto la situación. Debo salir de ahí, cueste lo que cueste, lograre salir del infierno y tomar mi lugar en el cielo. Así como yo siempre lo merecí. Algún día... Algún día saldré, te lo prometo madre.

. . . 𝐀𝐥𝐜𝐚𝐧𝐳𝐚𝐧𝐝𝐨 𝐞𝐥 𝐥𝐮𝐠𝐚𝐫 𝐞𝐧 𝐞𝐥 𝐪𝐮𝐞 𝐬𝐢𝐞𝐦𝐩𝐫𝐞 𝐡𝐞 𝐦𝐞𝐫𝐞𝐜𝐢𝐝𝐨 𝐞𝐬𝐭𝐚𝐫 . . .

¿Se puede nacer en el mismo infierno?
Cuando una persona crea su propio infierno, siempre termina arrastrado a culpables e inocentes a él, sin importar que estos últimos no hayan nacido o acabarán de hacerlo. Cuando esos inocentes llegan al infierno desde su nacimiento, lo más probable es que lleguen a convertirse en uno más de los demonios que lo habitan.
Solo los más listos logran sobrevivir al infierno, pero no todos logran mantenerse siendo buenos tras haber sobrevivido; al final, nadie es tan puro para evitar corromperse.
Un joven niño de doce años, de cabellos rubios y ondulados, piel blanca y casi pálida, con ropa sencilla pero muy bien cuidada pese a la situación en que vivía. Diego Brando, aunque prefiere llamarse a sí mismo solamente Dio, conforme fue creciendo; acabo odiando tanto a su padre, Darío Brando, que si pudiera extirparse su sistema circulatorio del cuerpo, lo haría únicamente para ya no tener que sentir como fluye la sangre de ese monstruo, en su cuerpo; solo el hecho de sentir que este hecho es verdadero, le hace querer vomitar del asco.
La necesidad por idear un plan de escape del infierno en el que vivía se le hacía cada vez mayor; pues mientras más edad alcanzaba, más difícil se le hacía todo. Hace años atrás, pudo observar como su madre se marchitaba debido a la sobre-explotación que recibía por parte de su propio marido, el cual buscaba siempre obtener ganancias a través de ella. Dio, quien solamente era un niño pequeño, observo esta situación, la cual lo dejo marcado para toda su vida. Su madre era una buena mujer, y pese a todo, ella siempre buscaba enseñarle el camino del bien. Sin embargo, ese camino cada vez parecía más inútil a la vista del pequeño, pues su madre pese a que siempre estaba para él, ella también se mantenía aferrada a la idea de que Darío Brando era alguien bueno; y esa ingenua idea acabo en la perdición de esa mujer. Por lo mismo, Dio sabía que ahora sería el siguiente en la lista; siempre y cuando no hiciera nada para cambiarlo. Tal vez, solo tal vez, para escapar del infierno, tendría que convertirse en el peor de los demonios. Uno más fuerte, uno más astuto que aquellos que alguna vez se osaron a ser sus carceleros.
Asistía al cementerio después de sus clases, varios años luego de aquel incidente donde finalmente se quedó solo en este mundo; o al menos donde sentía que lo estaba. Caminaría hacia un rumbo especifico, uno donde no estaba para nada cuidado, era el lugar más tenebroso y sombrío de aquel cementerio. Era ese lugar donde solo la gente más escaza en recursos iba a parar. El lugar donde el jamás querría ir, ni siquiera tras su muerte, el merecía más. Solo paseaba, solo iba hacia ahí para prometerlo, prometer que él no acabaría así jamás.