Confía en mí

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Un niño de pelo castaño miraba el restaurante que hace poco se inauguró, tenía varios conocidos y amigos que la comida de ese lugar era maravillosa. Se acercó hacia el cristal donde tenían una lista de precio, sonrió en grande cuando tenía el dinero suficiente para un tazón de fideos con verduras.

-¡DongMin! ¿Por qué te fuiste sin esperarme? Tuve que caminar solo - se quejó su amigo

- Perdón, Sanha... Es que quería venir aquí y temía que cuando llegara ya no hubieran mesas o asientos - habló un tanto apenado

El rubio asintió - Te perdono, solo ponte tu abrigo hace mucho frio y puedes enfermarte, eres muy enfermizo - dió leves palmaditas en el hombro del castaño

-Mañana si te esperaré - dijo

El omega asintió con una sonrisa y siguió su camino, DongMin vio a su alrededor, la gente usaba abrigos, boinas y bufandas. ¿Enserio hacía mucho frío?, Él sentía calor, por eso se quitó su abrigo. No le dió tanta importancia y entro al restaurante, era muy bonito, se podría decir hogareño

Una mesera lo guio hasta una mesa para dos personas que estaba ubicada hasta el fondo. Pidió el tazón de fideos y se quedó a esperar pacientemente, soltó un quejido al sentir una punzada en su estómago.

- Creo que debería de dejar de comer tantas chucherías, mamá tenía razón - hizo un mohín

Pasaron algunos minutos y estaba a punto de probar y disfrutar de esos fideos. Soltó un pequeño chillido cuando metió una porción a su boca.

- ¡Es delicioso! - exclamó pero inmediatamente se calló y pidió disculpas al ver como la gente lo miraba.

Siguió comiendo muy tranquilamente mientras disfrutaba aquella comida deliciosa, con un pañuelo limpiaba el sudor de su frente. Frunció su ceño cuando sintió una ola de calor y empezó a sentir un aroma, canela y manzana. Miro a su alrededor en busca de la persona de ese olor, sin embargo no tardó mucho en darse cuenta que ese olor provenía de él.

- No, no, no... No puede ser, ¿Por qué aquí? Hace dos semanas cumpli catorce - murmuró empezando a buscar en su mochila algo que lo ayudara, como un supresor, pero recordó que el mismo los había dejado en su casa porque pensó que era un beta.

Sus mejillas se pusieron rojas al sentir un liquido viscoso salir de su entrada, inmediatamente se paró para no manchar la silla, tomó su mochila y corrió a esconderse en el baño. Busco un cubiculo vacío y se encerró, de su mochila empezó a buscar papel para tratar de limpiar su uniforme de la parte baja.

- Esto es inútil... - Se retorció de dolor al sentir punzadas en su vientre. Su frente estaba sudorosa, tenía mucho calor.

Empezó a desabrochar el suéter de su uniforme junto con la camisa.

- Alfa... - hablo con voz jadeante

 - hablo con voz jadeante

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Casado a los Diecisiete - BinWoo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora