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—¿Te sientes mejor? —Preguntó tímida buscando a la menor por la habitación, su bebé se removió entre sueños, sin soltarse de la camiseta que portaba su mamá. Mientras que la mayor intentaba ver en la oscura habitación a su Omega, encontrando únicamente una bola de mantas sobre la cama, así que suspiró pasando despacito, encendiendo la luz de la lámpara y dejando a la bebé a un lado, algo alejada de ellas por cualquier cosa.

Buscó el inicio de ese laberinto de sábanas para ver a la triste Omega que descansaba entre ellas, únicamente vio sus ojitos marrones, éstos tristes desde hace dos días. Suspiró algo cansada, abriéndose paso entre la barrera de mantas para abrazar al menor y llenarlo de su aroma, sintiendo un fuerte dolor en el pecho cuando está comenzó a llorar nuevamente.

—Becky... —Murmuró restregando su mejilla contra la cabecita castaña de la Omega, buscando calmarle— Minnie ya está bien, ya verás que dentro de nada la tendremos gordita y sana... —Becky negó rápidamente, acurrucándose contra su pecho, importándole poco que eso luego no lo tendría, ahora mismo le daba igual si después lloraba sola y no contaba con ningún apoyo, si podía, aprovecharía esta relación que estableció Freen, permitiéndole a ella estar cerca, abrazarla y desahogarse.

Después de varios minutos en donde Becky se asemejaba más a una bebé consentida y a Freen a un pañuelo para los mocos de la bebé tete, una tercera y verdadera bebé comenzó a sollozar a su lado, llamando la atención de sus madres. Freen tuvo que dejar un poco a Becky de lado para tomar a la pelinegra y dejarla entre ambas, sus ojitos curiosos viajaban de uno a otro, sintiéndose extraña al estar entre ellas juntas. Es decir, solo tenía un mes y medio cuando durmió por última vez con las dos así que ahora era raro pero no se sentía mal, la mezcla de aromas que proporcionaban exclusivamente para ella era lo mejor, además de que le daban calor y le acariciaban, podía decir que el servicio era bueno.

Pero Becky no podía quitarse de encima esa culpabilidad. Freen ya le había dicho y recalcado que daría dinero, que cambiaría de guardería a Minnie o que incluso podrían contratar a una niñera para el cuidado de la pequeña, también podía aportar mensualmente en lo que la castaña quisiera pero la menor no respondía a ello, simplemente se soltaba a llorar.

Y sabía que llorando no arreglaría nada y que realmente estaría estancado en el mismo lugar pero necesitaba de alguna manera sentirse libre.

No era de ayuda tampoco hablar con su mejor amiga y que está le contara sus problemas, no se quejaba de ello pues era su mejor amiga y estaría para escucharle pero no tuvo coraje para decirle sus propios problemas, cuando Aurassaya  le preguntó por la pequeña pelinegra ella le contestó con mentiras, cuando le preguntó por su propia salud la castaña contestó más mentiras. No era por ocultar, lo hacía para que la otra Omega no se preocupara, ya suficiente tenía con pensar en lo que haría más adelante solo con sus cachorras.

Resopló abrazando a su bebé, sonriendo suave cuando sus pequeña manitas le tomaron del cabello, soltando balbuceos en su idioma.

—Minnie no quiere que estés triste, no es tu culpa, Becky... —Escuchó a Freen hablar mientras su mano acariciaba suavemente sus castaños cabellos, manteniendo cuidado con la bebe.

Solo esperaba que eso no volviera a ocurrir.

Becky's baby [𝕴𝕴] |Freenbecky ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora