CAPITULO 1

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El destino, dicen que si alguien aparece cuando lo necesitas es el destino.

Puff, Felix no creía en esas cosas, él podía ser de lo más cursi pero esa frase no iba con él, la mañana del 27 de diciembre, ya pasada la Navidad, Felix se levantó de la cama y cogió su teléfono de la mesita que tenía a lado de su cama, reviso su portal académico, puesto que un mes antes había postulado para una "beca", esto consistía en un traslado a una mejor universidad.

Felix iba en el 2do año de su carrera, y quería una mejor enseñanza, así que no dudo en postular, era uno de los tres mejores de su clase, lo lograría sin duda.

Dejo de mirarlo, pensó que tal vez no debería desesperarse, los resultados estarían disponibles a las 10:00 am, eran las ocho de la mañana, pero pensó que podrían estar antes, claro que eso no pasaría, pero tenía fe.

Se sentó en la cama estirándose, miro el suelo por unos minutos, y se paró comenzando a caminar hacia el baño, tomo el cepillo de dientes y comenzó a cepillarse, pero fue interrumpido por el sonido del timbre.

Bajo las escaleras y por la pantalla pudo observar a sus padres, abrió la puerta.

— Buenos días madre — hablo Felix

— ¡Buenos días hijo! — dijeron los padres con alegría, como si no lo hubieran visto en años

Su madre observo todo el departamento

— Felix — exclamo seria — no limpiaste ¿verdad? — lo miro con una ceja alzada

— Ehh no tuve tiempo — hablo con miedo

Parece que tiene rayos x en los ojos siempre ve la suciedad ¿o qué? — pensó

— Maa, aun no me entregan los resultados — hizo un puchero

— ¿No se apertura a las diez? — dijo su padre mientras abría la nevera, revisando la comida

— Si, pero tengo fe de que se abrirán antes

— Claro, y a los bebes los trae la cigüeña —su madre rio mientras sacaba la sartén de un gabinete.

— Oye, no te burles — dijo Felix con la boca llena de pasta dental

— Hijo, la fe, la fe es lo más lindo de la vida— su padre soltó una risa

— Felix, ve a enjuagarte la boca, rápido

Felix siempre fue un chico estudioso, le gustaban varias cosas entre esas había descubierto el arte de la cocina, y le había fascinado, comenzó a estudiarlo; así termino revisando su teléfono desesperado por el traslado, aunque él sabía que se lo darían, aun así, quería confirmarlo.

Esa noticia iba a dar un cambio a su vida, un cambio radical, pero el aún no lo sabía, iba a sentir emociones que en sus 20 años aún no había experimentado, pero lo iba a hacer, y las iba a disfrutar demasiado, que no querría dejar de sentir, pero tal vez lo haría, tal vez alguno de esos días desearía dejar de sentir, esas u otras que él no pidió sentir.

Esa mañana sus padres le hicieron el desayuno, ¡Ja! era algo irónico porque Felix estudiaba gastronomía, y sus padres le hicieron el desayuno, tal vez era una recompensa por la cena navideña que su hijo cocinó.

Una notificación sonó, Felix se abalanzó al teléfono cayéndose del sillón, sus padres lo miraron con extrañeza, el miro la notificación y grito muy fuerte.

—¡¡SII!! ¡LO SABIA!, ¡MAMÁ ME TRANSFERIRAN!

— ¡LA FÉ, LO SABIA LA FEE!

Y ahí inicio todo, con una simple notificación.

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