Ocho Cuarenta (Di Maria x Messi)

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Un sábado de verano, ideal para salir a bailar después de entrenar, o al menos eso pensaba aquel rosarino mientras ayudaba a su papá con las bolsas de carbón que debía vender, pero era obvio, no podía ir, tenía otras responsabilidades que cumplir.

Y a veces eso le pesaba, solamente era un chico de 16 años, un adolescente que quería vivir libre, pero no pensaba dejar a su familia tirada por pasarla bien un rato, sabía que salir a bailar implicaba llevar plata o ropa cara o mejor dicho de vestir, ropa "fachera", cosa que tampoco tenía, si quería comprarse esa ropa tendría que tener plata, cosa que apenas había para vivir el día a día. Así que cada vez que sus compañeras lo invitaban a un quince decía alguna excusa tonta, como que tenía que cuidar a sus hermanas, o que su abuelo estaba enfermo, incluso que era el cumpleaños de algún tío que ni siquiera conoce.

Era algo difícil, una infancia y adolescencia dura, pero la manera que tenía de afrontarlo era en aquella cancha, de lunes a sábado por la tarde, o también cuando iba a la escuela y se veía con sus amigos, y se ponían a hablar pavadas por horas. Aquellos pequeños momentos de alegría eran lo que lo hacía sentirse bien, incluso cuando su alma se encontraba sumida en la tristeza de la situación económica que le tocaba vivir, y no era que no tener plata lo pusiera triste, realmente la plata nunca le importó, pero era feo tener que ver cómo su mamá tenía que coser los agujeros en la ropa de sus hermanas o en la de él porque no tenían para comprar más, era feo tener que arreglar sus botines con cinta aisladora y pintarla para que sus compañeros no se den cuenta, era feo tener que ir caminando a entrenar porque quería ahorrarle unos mangos a su viejo, era feo que sus hermanitas tuvieran que cenar un té con galletitas porque realmente no les alcanzaba para más, era feo para Ángel tener que vivir eso, pero más feo era ser un adolescente que tiene que ser fuerte, que tiene que mantener su sonrisa para no amargar a su vieja, para no hacer que su viejo sienta que está haciendo las cosas mal, era difícil para Ángel tener que mantener la compostura a pesar de todo lo que estaba pasando.

Y otra vez se encontraba sobre pensando, mientras cargaba esas bolsas de carbón en su hombro para subirlas a aquella camioneta y venderlas, estaba pensando en que sería de ellos el día de mañana, en que pasaría con él y con sus hermanas, ¿Y si no pagaban sus deudas? ¿Y si las cosas subían su precio y ellos ya no encontraban manera de salir adelante? ¿Y que pasaría si a su papá le pasaba algo? ¿Él tendría que convertirse en el hombre de la casa? Realmente no le molestaba porque amaba a su mamá y hermanas, pero no estaba listo, apenas era un adolescente, apenas era un joven de 16 años, ¿Cómo afrontaría todo lo que le estaba pasando?

Y sin darse cuenta de un momento a otro ya se encontraba entrando a la cancha de Rosario Central para entrenar, su mente había estado tan ocupada que ni siquiera se dio cuenta de como había llegado allí, en ese momento se dio cuenta de lo mal que estaba, hacía las cosas literalmente por inercia, no pensaba, era un zombie. Entrenó y entrenó tratando de liberar su mente de todo aquello que lo preocupaba, intentaba ocuparse para desaparecer aquello que lo invadía, pero no podía, en ese momento se dio cuenta que ya ni el fútbol lo estaba salvando de su infierno, necesitaba hacer algo.

Apenas llego a su casa se baño para limpiar todo el sudor que lo dejo el haber corrido tanto, apenas salió del baño fue para su habitación a ponerse ropa ya que solamente andaba en boxers, cuando entro vio a su papá sentado en la cama de su hermanita. Ángel sabía que nada bueno se aproximaba, y eso provocaba que un escalofrío le recorra la columna gracias a la terrible incertidumbre.

–¿Que paso pa?– Se sentó frente a su papá, en su cama, mientras ponía a cargar su teléfono.

–Mira hijo, voy a ser directo...– Su papá suspiro y el pudo ver en sus ojos como buscaba una forma de ser suave con lo que iba a decir, sabía que le iba a doler. –Necesito que dejes el club, te necesitamos en casa y... Yo sé que es difícil pero, hijo hay que ser realistas, no estás en primera y parece que no hay intenciones de ponerte ahí, la situación en casa no es favorable, yo sé que amas jugar pero, el fútbol no te va a asegurar la vida cachorro.– Ángel sentía como su corazón se caía a pedazos, nada estaba bien en su vida, lo único que fue su escapatoria por años ya no lo era, se le había sido arrebatado, quería llorar, quería romper todo, quería quedarse en su cama y no levantarse nunca. Pero de que le iba a servir eso, quizás si lo intentaba una vez más lograría llegar a primera y avanzar, ayudar a su familia, o quizás si ayudaba lo suficiente a su papá saldrían adelante y tal vez podría retomar su sueño.

Troloneta e invitados (one shots) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora