La princesa Haerin y la princesa roja viajaron a esa desconocida ciudad a principios de navidad. Las calles estaban cubiertas de nieve, la gente se reunía en la plaza alrededor de un árbol de navidad y todos compartían galletas navideñas. Se desplazaban entre la gente con sus manos juntas, pues Haerin estaba muy nerviosa y se sentía más cómoda si Danielle la guiaba.— ¡¿ME ESTÁS DICIENDO QUE HAY UN MUNDO DIFERENTE AL NUESTRO?! ¡¿ME ESTÁS DICIENDO QUE ESAS PUERTAS ERAN LA ENTRADA A ESTE LUGAR?! —gritó para ser escuchada entre tanta música navideña que salía de cada tienda que dejaban atrás a su rápido andar.
La gente a su alrededor reía, conversaba y salía con bolsas de regalo de diferentes tiendas. El ambiente olía a chocolate caliente.
— ¡Tú misma lo estás viendo! —le respondió Danielle, mirándola por encima de su hombro y riendo traviesa— ¡Eres a la primera persona que se lo enseño! ¡Lo descubrí cuando era muy pequeña! Tenía ocho años, miraba por la ventana y luego sólo sentí que algo en el bosque me llamaba. Corrí como loca hacia ese algo, y terminé en ese hueco. ¡Es magia!
— ¡Oh, no! Estoy muerta, estoy muerta, estoy muerta y sólo te estoy soñando y todo esto... —respiró Haerin agitadamente sin soltar la mano de Danielle. Ambas corrían por las calles torpemente.
Haerin estaba teniendo una crisis nerviosa.
— ¡Todo esto es cierto! —Danielle detuvo su paso de golpe, haciendo que Haerin se estrellase contra su espalda.
Se volteó abruptamente, encontrando el rostro de Haerin desde muy cerca.
Las mejillas de ambas estaban rojas por el frío, así como también sus narices. Ambas respiraban dificultosamente, mirándose a los ojos.
— Soy real. —le susurró Danielle.
— ¿Lo eres? —respondió ella.
— Lo soy.
— Igual si no fueras real, si nada de esto fuera real y yo estuviera en una coma, si yo estuviera muerta o lo que sea... De todos modos me gusta. —confesó.
Danielle sonrió, todavía sosteniéndole la mirada. Haerin también la miraba de una manera intensa.
— He pensado lo mismo desde que descubrí este lugar. —le contó— No he dejado de visitarlo, sin estar segura de que sea real o no... He llevado una doble vida... Porque aquí puedo hacer lo que sea que yo quiera hacer.
Luego de exponerse ante Haerin, señaló con su dedo índice hacia su derecha, sonriendo con un cariño inmenso en su mirada.
Haerin llevó sus ojos hacia donde señalaba y se encontró con un local con grandes puertas, un cristal que dejaba ver hacia dentro y un cartel de madera que anunciaba: Librería y Café.
— Trabajo aquí los miércoles, jueves y viernes. —explicó Danielle al ver su mueca de sorpresa — Los dueños, una pareja de ancianos muy amables, me quieren como a una hija y siempre han sido muy buenos conmigo.
— ¿Le has dicho de dónde vienes...? —indagó Haerin.
— No. He querido, pero... No he podido hacerlo. No quiero que piensen que he perdido la cabeza.
— Entiendo. —asintió Haerin, sonriendo con algo de ternura.
— Desde hace un tiempo, cada navidad, le dan alimento y regalos a niños de la calle. Siempre ayudo. —sonrió y miró hacia la fachada del lugar— ¿Quieres venir?
— Claro, princesa roja. No tengo nada mejor que hacer. —Haerin la miró y advirtió que sus ojitos brillaban de una manera muy especial.
— ¿Qué pasa con tu cena de compromiso?
— Yo no quiero casarme con tu hermana. —respondió, y se sintió tan bien poder decir eso en voz alta— No le quiero. No le conozco de nada.
— Eso está bien, si no quieres casarte no lo hagas. Nadie tiene que casarse si no le interesa hacerlo. —Danielle le dijo suavemente, tomando su mano una vez más— Entremos.
— Mi mamá siempre ha pensado que todos deben casarse para haber realmente triunfado en la vida, tener una familia y...
— Mi madre también, pero yo no soy ella. Yo soy dueña de mi vida, que es totalmente separada a la suya. Puedo elegir por mí misma. —Danielle se encogió de hombros— Por cierto, llámame sólo Danielle ahí dentro. ¿Okey?
— Okey, Danielle. Danielle, Danielle-ssi.
— ¿Qué? —Danielle estalló en risas mientras tiraba de ella hacia la entrada de la biblioteca/café.
— No sé, mientras veníamos escuché que la gente se llama de formas raras. Como apodos raros. Quiero verme más normal.
— Pero si tú misma lo dijiste, es raro. —Danielle se carcajeó.
— Danielle-ssi. —la molestó Haerin.
Ambas rieron al mismo tiempo, sus risas melodiosas se mezclaron y fue como si estuviesen hechas para reír juntas.
Cuando Danielle empujó las puertas y las cruzaron para entrar de la mano en el lugar donde Danielle trabajaba, seguían riendo.
ESTÁS LEYENDO
sin corazón. [daerin] au
Fantasy> *adaptación de @/ohsweetbrokendoll!!!* nota: gracias alison (ohsweetbrokendoll) por dejarme adaptar tu historia!!