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La familia Kang llegó por la tarde del día siguiente al castillo de los Marsh, tomando su tiempo para explorar cada rincón de este o al menos los lugares que tenían permitido visitar. Haerin fue la primera en instalarse en la habitación que se le había sido asignada, sabía que la familia Marsh los esperaba en una de las salas principales y no se le hacía correcto demorarse tanto tiempo. Y claro, era normal en Kang Haerin siempre hacer lo que creía correcto.

Mientras se arregla para conocer a la princesa, sus temblorosas manos se esfuerzan con exigencia exagerada en hacer todo lo posible para lucir bien.

Haerin pone los ojos en blanco, dejando escapar un suspiro al darse cuenta de que ha estado tan nerviosa que ni siquiera se ha permitido recorrer su amplia habitación.

Deja lo que está haciendo y sin importarle que su corset está a medias, con todo y listones colgando, y que sus cabellos están tan desordenados como si acabase de despertar y ya no tiene mucho tiempo para hacer algo por el, se detiene un segundo para mirar a su alrededor.

El castillo de la familia Marsh era mucho más antiguo que en el que creció, pero tenía su encanto. Aunque Haerin encontraba la decoración de su habitación un tanto anticuada, y lo que más le llamaba la atención de ese lugar era aquella interesante colección de espejos y las columnas bañadas en oro.

Terminó en poner los listones de su corset. Una leve sonrisa tiró de sus labios, aunque no sabía cómo se sentía en esos momentos ni si tenía ganas de sonreír realmente. Siempre había sido demasiado perfecta.

Siente el suelo alfombrado bajo sus píes y camina hacia la ventana con barrotes. Ahora que se da cuenta que no quiere sonreír realmente, se siente confundida.

Se pone de píe frente a la ventana, su corazón está como loco.

Observa a través del cristal el verde jardín. Sus ojos se pasean desde los mazos de croquet abandonados sobre el césped en algún punto del patio, hasta los tulipanes y las orquídeas.

Y entonces, entre tantos pétalos y tantas hojas, cree ver una cabellera roja desaparecer tras unos arbustos. Parpadeó un segundo e intentó asegurarse de que había visto bien, pero ya no había rastro de cabellos rojos.

Se ríe de sí misma, pues sabe que no ha estado descansando bien y su mente está jugando con ella.

Escucha que alguien llama a su puerta y su mente deja el jardín real muy atrás, era hora de conocer a la familia Marsh.

sin corazón.           [daerin] auDonde viven las historias. Descúbrelo ahora