Narrador Omnisciente.
23 de diciembre del 2018.
Houston, Texas.
El clima era caliente, como era costumbre en aquel lugar, mientras el sol golpeaba con fuerza aquella tierra árida, una camioneta manejaba por la carretera estatal de aquella ciudad desértica. La oji-verde al volante aún no entendía la razón por la cual tenía que dejar a su pequeña en un lugar tan peligroso como lo era Texas, aunque aquello no lo demostraría, su hija había cometido un error y tenía que hacerse responsable de esto; sus bromas se habían salido de control y tal vez esto le ayudaría, al menos eso esperaba.
Aunque el miedo se hacía cada vez más presente, tenía miedo de dejar a su niña con un montón de delincuentes reales, de ese tipo de alimañas que abundaban en aquel lugar.
La joven suspiro antes de colocar su cabeza sobre el vidrio del auto, odiaba el calor, siempre lo había hecho, pero es que el clima de Texas y Louisiana era bastante diferente; y no, no solo lo decía por el calor insoportable, sino por la tensión que se sentía en el ambiente. No comprendía como un lugar tan peligroso la ayudaría sentar cabeza desde los ojos de la justicia.
No entendía como un lugar lleno de muerte le ayudaría a salir de la rebeldía en la que estaba metida.
— ¿Es necesario que me dejen en ese lugar? — la voz algo cansada de la oji-azul se escuchó en el auto haciendo suspirar a sus madres. De verdad quería encontrar la forma para salvarse de aquél suplicio.
— Esto solo son las consecuencias de tus acciones, Mckenna — murmuró su oji-verde madre.
— ¡Lauren! — reclamo su esposa, haciéndola suspirar.
— Es la verdad, Camila — susurró sin quitar su vista de la carretera mientras apretaba sus manos en el volante —. Es momento de que Mack entienda que cada acto trae sus respectivas consecuencias — su esposa suspiro viendo con dolor a su hija en el asiento trasero, jamás se habían separado de ella desde el momento en que está había nacido hace dieciséis años atrás.
— Lauren... Tú mejor que nadie sabes que eso a veces no funciona y no es la solución, tal vez solo consigan que Mckenna empeore en su comportamiento — Lauren vió al retrovisor logrando ver a su hija con la cabeza sobre el cristal de la ventana.
— También se que no puede ser tan malo — susurró viendo a su esposa haciéndola sonreír levemente.
Y es que era cierto, ambas mujeres se habían conocido hace casi diecinueve años, en un internado, Lauren había acabado con la vida del hombre que había matado a su en ese entonces pareja y Camila, Camila era una de las encargadas del lugar, ambas mujeres solo se llevaban tres años. En ese entonces Lauren tenía diecisiete aún y Camila recién había cumplido los veinte, ambas se habían sentido atraídas al instante, y la vida les había sonreído a su favor.
Lauren rogaba internamente que a su hija le pasara algo igual, que no sufriera y que pudiera tal vez, solo tal vez, encontrar el amor.
— Ni siquiera le hice algo al viejo — murmuró la rubia mientras veía por la ventana —. Yo no le hice nada — murmuró con cansancio.
Lauren solo suspiro con dolor, prefirió no decir nada, realmente no sabía que decir con exactitud.
Mckenna suspiro, aún podía recordar con exactitud lo que había pasado hace tan solo tres días, aquel acontecimiento que la había obligado a abandonar Louisiana y terminar en un internado en Texas. Algo que sin duda iba a pasar, el problema fue que sucedió con ella y sus amigos en la casa, haciéndolos de esa forma culpables ante la ley.
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The Forgotten.
De TodoTienes que aprovechar tú libertad, no sabes si en algún momento se te será quitada, grita, llora, ríe, sueña, hazlo antes que sea tarde. Porque de un momento a otro, un relámpago puede llegar a quitarte aquello que llamabas vida.