Capítulo 3.

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¿Cómo era posible que este chico siga vivo?

Durante todo el camino a casa continuaba sangrando, mi suéter y mi chamarra estaban realmente empapadas.

Tomé una sábana extendiendola en el suelo junto a él, logré girarlo de nuevo sobre ella y así lo arrastre al baño, con mucho trabajo lo metí a la bañera y abrí la llave de agua fría. El agua corría por su cuerpo, limpiando su piel de toda la sangre. Tomé una esponja y suavemente la pasé por sus heridas, el dolor lo hacía moverse y quejarse pero seguía inconsciente. Después de remover toda la tierra y sangre seca, pude contemplarlo mejor.

Era un chico realmente atractivo. Sus músculos eran firmes y su piel era morena con un tono único y hermoso. Su cabello negro y quebrado. Resaltaba sus facciones y su tono de piel. Estaba lleno de tatuajes en muchos lugares, frases, símbolos y algunos que parecían tribales. Sus pestañas eran largas y ligeramente enchinadas. Sus cejas eran pobladas y su mandíbula estaba muy bien marcada, cuadrada. Recuerdo su mirada y un escalofrío recorre mi piel.

El sangrado abundante pareció disminuir. Comenzaba a coagular.

Después de devolverlo a la cama y curar sus heridas decidí tomar un baño. Quite toda mi ropa sucia y la metí en una bolsa para lavarla después. Tome un muy relajante baño, me envolví en una toalla para secarme y poner crema en todo mi cuerpo, la tierra había hecho que mi piel se resecara horriblemente.

No había metido ropa conmigo, eso podría ser un lío considerando lo que tengo escondido aún en mi habitación y en mi cama. Debe seguir dormido mi huésped. Tomaré mi ropa de prisa y volveré a entrar. El baño estaba dentro de mi cuarto y mi armario estaba muy cerca de la puerta.

Con mucho cuidado gire la perilla para hacer el menor ruido posible. Asomé la cabeza para cerciorarme de que no estuviera ya despierto o levantado, pero no vi a nadie en la cama.
¿Rodaría y estaría bajo la cama?. Me pareció muy extraño y salí por completo sosteniendo con una mano la toalla alrededor de mi cuerpo para que no cayera, mi cabello aún escurría y estaba descalza. Llegue a pasos cortitos hasta la cama y me agache para ver si estaba bajo la cama o en el suelo, no había nada.

-¿Dónde caraj....

No terminé de hablar cuando sentí que un enorme brazo me rodeaba por la cintura, pegándome por la espalda a un cuerpo. Su otro brazo rodeaba mi cuello y comenzó a apretar fuertemente.

-Si intentas algo, romperé tu pequeño cuello. ¿Entiendes?.

Susurraba en mi oído con la voz más grave y seria que había escuchado jamás.

Moví mi cabeza de arriba a abajo para dar entender que no haría nada y aligeró su agarre suavemente pero sin soltarme. Su mano en mi cintura y su codo apoyado en mi pecho era lo único que impedía que mi toalla cayera y el solo pensarlo me hizo ponerme roja de la vergüenza.

-Dime dónde estoy. ¿Cómo llegué aquí?

Se notaba que estaba nervioso, sentía su cabeza girar hacia todos lados. Al no dar repuesta volvió a apretar su agarre en mi cuello, provocando que empezara a faltarme la respiración.

-¡NO ME HAGAS PERDER LA PACIENCIA! ¿DIME DÓNDE ESTOY!

Parecía molestarse más y de los nervios y su fuerza aprisionando, no podía emitir respuesta. Golpee en su brazo desesperadamente para que me soltara antes de que me desmayara. Se supone que esa es la regla en las luchas, la señal universal de "ME RINDO ANTES DE QUE ME MATES".

Intenté jalar aire pero solo salió un gemido patético y afónico. Éste tipo me mataría.

Tome la lámpara con mi mano izquierda que estaba junto a la mesita de noche en mi cama y gracias a que su cara estaba pegada a mi oído para amenazarme y a la diferencia de alturas, la estrellé contra su cabeza, provocando que me soltara y él cayera hacía atrás.

El Eclipse de Lunaria Donde viven las historias. Descúbrelo ahora