Tío estaba justo afuera de la cueva, igual que siempre está en el día decimoquinto del calendario lunar. Escucho sus pasos ligeros. Pero él no había entrado ni una vez. Hoy, el entró. Me pregunto si había aprendido mi error; Solo me quede callado. Me pregunto, una, dos, tres veces. Pero seguía sin decir algo. Sabía que, si respondía, sería lo mismo que admitir que estaba equivocado. No pienso que estaba equivocado. La única cosa que hice mal fue no estar a tu lado. Es inútil explicarle a cualquiera; nadie entendería. Sabía que, si respondía, temía que perdiera los estribos. Mira estos malos hábitos que he aprendido de ti.
Esa no era la primera vez que iba en contra del tío. ¿Recuerdas cuando te dije que se me ocurrieron algunas partituras musicales que podrían ayudarte? Pase días y noches en la Cámara Prohibida del Pabellón de la Biblioteca. Entré. Tuve que hacerlo. No se me permitió entrar porque no había terminado de leer todos los libros presentes en la biblioteca. En aquel entonces, no había terminado de leer todos los libros para tener acceso, pero ... no pude. Cada vez que entraba en la biblioteca, todo lo que podía pensar era en ti y en cómo completabas el castigo que tío te había otorgado, aunque con muchas quejas. Tío ya no te hará copiar las reglas. Si debe castigarte, los copiaré en tu nombre.
¿Te he dicho que dibujas muy bien, Wei Ying? El boceto que dibujaste de mí... Todavía lo guardo en un compartimento oculto del Jinshi. Algo tan precioso debe mantenerse.
¿Alguna vez te metiste en problemas junto con Nie Huaisang? Sobre ese... ese libro. Nunca antes había estado tan enojado y me disculpo. Pido disculpas por pedirte que te pierdas, cuando todo lo que quería era que te quedaras. Quedarte conmigo, y nunca dejar mi lado. Me pediste que te echara un vistazo. Me costó mucho no hacerlo. Tenía miedo de que, si te hubiera mirado, ya no podría mirar hacia otro lado.