Hace un año a media noche, en mi cama estaba yo dormitando y uno de ellos me despertó. Cuando abrí los ojos él estaba justo frente de mí. Sus ojos eran enormes y su cabeza grande, de su piel emanaba una pobre luz blanca, pues su piel era justo de ese color. Él movió sus labios, emitiendo un extraño ruido y en todo el momento mi corazón latía tan bruscamente que luego de un tiempo llegó a colapsarse. Morí de un infarto y directo al inframundo.
Luego llegué al inframundo. Al parecer caí muy fuerte, pues no recuerdo más que una escena desde el firmamento de ese infierno. Una infinita ciudad llena de antiguas casas con luz. Parecía ser de noche, púes no había ni un solo rayo de sol. Al reaccionar, me di cuenta de que no era el único tirado en el suelo encima de una plataforma redonda de piedra con escaleras y muchas grietas sobre ella. Las calles eran hechas de piedra y podía ver las casas alrededor de la plataforma sobre la que estábamos. Veía sus ventanas brillando con una triste luz amarilla que parecía provenir de su interior. Aturdido me levante lentamente, mientras los que estaban a mi lado hacían lo mismo y no tarde mucho en darme cuenta de que ninguno de ellos hablaban mi idioma, la mayoría susurraba palabras que nunca había escuchado y mucho menos que entendía. Era una tierra fría y oscura. No me importaba el frío, ni la obscuridad. Sólo quería saber dónde estaba. Me sentía como un ángel caído en una tierra que nunca había visto. Las personas que al parecer cayeron conmigo, se comenzaron a dispersar. No sabía si era lo correcto o si lo mejor era quedarnos juntos, pero antes de poder decidir ya todos se habían ido. No seguí a ninguno, púes todos se fueron por calles distintas, las calles que rodeaban aquella plataforma gris. Me sentían inseguro sobre a qué lugar ir. Miraba a un lado y a otro para decidir. Y sin más rollos, tomé la calle que estaba justo a mi frente. Bajé las escaleras de piedra lentamente, aún estaba muy confundido. Escuchaba las pisadas una tras otra, pero tenía miedo de que alguien me escuchara, como si algo pudiera saltar de los rincones oscuros de las calles y matarme de un solo golpe.
Caminé rápido, pero en silencio hacia la entrada a la calle. Deambulando en la calle de poca luz con miedo, sólo podía pensar en salir rápido de aquella pesadilla de mal gusto, pero me di cuenta de que no era un sueño en el momento en que entre tambaleo y tambaleo una rata blanca y de ojos rojos, corrió por el medio de mis pies. Juraría que si fuese un sueño me hubiese despertado, pero por el contrario; yo no mostré mucho interés por ese animal. Continuaba con mi camino, tenía la tentación de apoyarme de algún muro para poder seguir caminando balancear me tanto, pero la poca luz solamente me daba a ver unas paredes oscuras y no sabía en absoluto que era lo que podía pasar si llegaba a apoyar una mano en ella, entonces decidí continuar con pasos torcidos. Luego de dar por lo menos treinta pasos más, logre divisar a lo lejos una luz de un farol que colgaba de un poste. Aunque dicen que al morir nunca se debe seguir la luz, en ese momento no había nada que me diese más confianza. Corrí hasta aquel farol al final de la calle, mis pasos retumbaban en la calle y disimuladamente, mientras corría, volteé a ver atrás para saber si alguno de los que cayeron conmigo estaba a mis espaldas,Al tocar por fin el farol, giré mi cabeza a la derecha, la calle por donde venía daba vuelta en ese sentido. Lo que vi fue la entrada a una plaza, pero esta no era como la calle, era iluminada y se oían voces ruidosas tal y como si hubiese centenas de personas ahí, con un paso lento y discreto me dirigí hacia ese lugar. Cada minuto que pasaba allá era más incoherente que el anterior. ¿Cómo alguien despertaba en una plataforma de piedra, con gente que nunca había conocido, en un laberinto de calles de piedra? Era un minuto en que me sentía más perdido aún. Casi llegando a la entrada de la calle pensé que de seguro alguien e explicaría que el por que estaba allí y tenía la esperanza de que alguno hablara mi idioma. Pero segundos antes de entrar a la plaza la voces se callaron, y al fijar mi vista en la estancia me di cuenta de que no había ni un alma en ese lugar. Me sentía aun más desesperado ¿Qué pasaba? ¿Dónde estaba? Mis ojos se llenaron de lágrimas al punto de casi de caer en el llanto. La plaza era otra calle circular como en la plataforma; en medio había un árbol alto y de tronco ancho con todas sus hojas muertas y marchitas, se veía muy viejo, pero él no concordaba con el lugar. Las calles aún seguían siendo de piedra como en el callejón por el que caminé para llegar hasta allá, las aceras eran de greda, y al rededor del árbol había bancas de madera con curvas de metal pintado de negro. Todo parecía una calle de la antigua Alemania, con casas de tejado gótico y cada tallado y ventana de ellas con el mismo carácter. Decidí ir hasta una de esas bancas. Pero no logre ver a nadie.
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Hace un año a medianoche.
Short StoryHace un año a medianoche relata la historia de Sebastian. Un adolescente, que descubre que ha muerto. Luego de despertar en una calle oscura sin idea de su ubicación y con personas que no hablan su idioma. Sebastian, tras dar pasos a ciegas por las...