Prólogo

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Los gritos se escuchaban hasta el pasillo, los asistentes y secretarios susurraban en la puerta sobre lo que podría estar pasando dentro con los 2 héroes que se encontraban peleando fuertemente. Los trabajadores se amontonaban cada vez más en la puerta hasta que el sonido de una cachetada resonó con fuerza, un grito inentendible, pero hablado por parte del menor acompaño el ruido y luego este mismo salió velozmente con sus alas del complejo de oficinas asustando a todos, después de unos segundos salió brevemente un hombre pelirrojo que regaño a los empleados por dejar sus puestos. 

Entró a la oficina y empezó a tirar todo lo que veía, el sonido de objetos cayendo asustaba a todos pero esta vez decidieron ignorarlo. Siguió así hasta que vio una foto de si mismo y un chico rubio, ambos con traje blanco, el alado traía consigo un ramo de flores Hanabi que ayudaban a potenciar su ya de por si enorme sonrisa; por el contrario el tenía una cara más seria, no era porque no estuviera feliz, sino que no sabía expresarse tanto como aquel rubio quien mostraba en la foto con entusiasmo, su ya de por si, llamativo anillo el cual hace unos minutos le había sido arrojado a la cara, volteó a ver hacia el piso y notó una caja no muy pequeña y hermosamente decorada, era la sorpresa que Keigo le había preparado, la abrió y vio con claridad las 2 rayitas en la prueba, esta vez la había cagado en grande y solo se podía preguntar... 

¿Cómo llegamos a esto?

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¡Takami estos documentos eran importantes maldita sea! ¡¿Qué te costó poner un jodido recordatorio para poder entregarlos?!- Vociferó con fuerza un enojado pelirrojo mientras golpeaba su escritorio, esto asustó al rubio que estaba detrás de la mesa, la caja que traía en las manos se cayó dejando un golpe sordo en el piso, empezó a tartamudear, las palabras no salían de su boca y no sabía qué responder, tragó saliva con fuerza, respiró hondo y finalmente logró hablar...

Y-yo, yo... lo siento, estaba ocupado, tenía muchas cosas en la cabeza, no sé qué me pasó, - Para este momento el rubio empezó a animar un poco su voz pues aún tenía una noticia que dar- pero tengo buenas noti...-.

Lamentablemente no pudo terminar de hablar pues su esposo empezó a gritar otra vez.

¡¿Ocupado?! ¡Toda la maldita semana no has hecho nada más que llenar unos cuantos papelitos sin importancia e ir dos jodidas veces al médico, ninguna noticia tonta me va a animar, ¡lo que hiciste sobrepasa los límites Keigo!-.

¡Toda esta semana estuve enfermo Endeavor! ¡¿Acaso no te importa mi salud?!- Exclamó el joven entre lágrimas-.

¡Eso que importa! ¡En esos papeles estaban millones de dólares!-.

Se pueden entregar mañana, ¿cierto?-.

¡Esos papeles solo se pueden entregar una vez cada año, pero tú que puedes saber, a tí te lo dieron todo facil solo porque tu don era fuerte, con lo relajado que eres se nota que eras un maldito niño millonario y engreído de papi y mami!-.

En ese momento Keigo se congeló y una punzada en el pecho le recordó todas las veces que se despertaba en las madrugas porque tuvo pesadillas con su pasado, las veces en que sentía a su padre mirándolo fijamente, con la botella de cerveza en la mano, la colilla del cigarrillo quemando una mano de Keigo y su madre a un lado con un cuchillo en mano y con el brazo de su hijo en otro, haciendole heridas al pequeño con este artefacto en todo su desnutrido cuerpo y él por su parte solo se resignaba a seguir en aquel basural, era imposible olvidar los traumas y las violaciones, además de  todo lo que tuvo que hacer para llegar a donde está ahora, esa información no era pública por lo que su personalidad extrovertida solo era una careta  planificada por la oficina de héroes que le ayudaba a vivir una vida "normal". No podía culpar a su esposo por no saberlo, pero el dolor y el enojo reaccionaron por el y le dió una cachetada tan fuerte que le dolió la mano.
Enji con furia agarró del brazo a keigo quien tembloroso habló

—Tú no me conoces, no sabes nada de mí... — Susurró Keigo mientras de sus ojos empezaban a brotar lágrimas -.

—Ojala no te hubiera hablado esa vez que te encontré en el borde de tu edificio, maldito estorbo —Exclamo el pelirrojo con furia en sus ojos para luego tirar con fuerza al joven al suelo -.

El alado cerró fuertemente los ojos luego de sentir un dolor punzante en el vientre, de sus dorados ojos salían traicioneras lágrimas y como si fuera instinto, cubrió con sus manos su vientre y exclamó.

—¡Y yo desearía haber tenido el valor para matarme ese día! Tal vez así no sería un maldito estorbo... —

Keigo se levantó como pudo, le tiró su anillo de matrimonio en la cara y salió del edificio cubriéndose aún el vientre, fue tan rápido que solo dejó un destello de plumas rojas, Endeavor se sorprendió por lo dicho por el joven, el no sabía que Keigo había estado aquel día en ese edificio para suicidarse, pensó que solo estaba ahí viendo las estrellas como solía hacerlo, pero era verdad, solo se casaron porque fue un pensamiento del momento, nunca se llegaron a conocer bien, o bueno, nunca lo llegó a conocer bien, porque aquel alegre alado se encargó de conocerlo mejor que a si mismo.

Ahora se arrepiente de todo lo que le dijo...

¡Save me, Endeavor-san!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora