𝗥𝗲𝗱⁰¹⁴

1.1K 63 11
                                    

Rojo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Rojo

Como la sangre que palpita por mi cuerpo, eso eres, un líquido que necesito para vivir, una sustancia a la que se le puede rápidamente profanar, pues eres un ángel, que lamentablemente cayó a este sucio infierno, más conocido como vida.

-rodri.

Mejillas rojizas cuando de mi te hablan, eres tímido, y es lo que más amo de ti, amo como aquellos pómulos gritan por la seguridad de tu rostro, pues se encuentra tan en similitud a un tomate que pareciera que en cualquier momento va a explotar, pero te ves tierno, y eso compensa cualquier coqueteo proveniente de mi.

-Dime-hablé sereno, tan suave para que tus oídos pudiesen captar mi voz de manera que no te doliesen, te susurré, hice calentar aquellas debido a la vergüenza, eres muy vergonzoso.

Miraste a tus alrededores, buscando algún local que fuese de tu agrado, el brillo de tus ojos me atrapó, eran como dos estrellan viajando a través de tu iris, por el reflejo del invisible sol, que cada vez se iba escapando de las ventanas que adornaban el bonito centro comercial. Tu mano levemente sonrojada, debido al frío que hacía en estos tiempos, envolvió la mía para que te transmitiera parte de mi calor corporal, cosa que hice casi al segundo, pero a través de otro gesto, que fue un abrazo, juntando ambos cuerpos en una bella caricia.

-quiero un chaleco.

Asentí, me encantaba darte la razón, amaba como tu boca se torcía en una hermosa sonrisa, similar a una media luna, demostraba la felicidad en tu rostro, cuál niño mimado. caminamos por todos los locales de ropa, algunos más extravagantes, otros muy simples, pero tu instinto te guió por el más colorido de todos.

Amas el negro, tanto como yo amo el rojo de tu cuerpo.

Comenzaste a perderte en el maravilloso mundo de los tonos del negro, cada sección tenía un tono diferente, cada sección tenía un sentimiento diferente.

Miré a los alrededores, deleitándome con cada prenda de una tela distinta, algunas de terciopelo, otras de cuero sintético, alguna de lana, otras de pequeñas fibras de hilo, pero no me interesaban en lo absoluto, no quería ver una ropa, quería ver a una persona colocándose esta.

Mi novio.

-¿cuál prefieres?

Alzaste dos abrigos, di una sonrisa una sonrisa, eran de mi color preferido.

Uno era grande, tenía un pequeño corazón donde se suponía que debía ir el verdadero, parecía un sticker, pero si te acercabas podías visualizar que estaba hecha de lana, la manualidad en estas prendas era increíble.

Pero no tanto como él.

La otra era simple, probablemente de su talla, tenía un gorro que podría quedarle bastante guapo, en las mangas adornaba una bonita línea gruesa de color negro con blanco, te podría quedar bien, si no fuese por la disconformidad en tu rostro.

Él amaba los corazones.

-Bueno, esta entonces. -me iluminaste con tu bella dentadura similar a cristales blancos, pulcros, finos.

Era una obra de arte.

Fuiste a los probadores, yo me quedé al frente de la puerta, esperando tu salida, como aquella vez en donde esperé tus palabras de confesión, aquellas finas letras que tu voz cantaba en una melodía difícil de olvidar, pues se trababan mientras tus labios temblaban.

Tú creaste una canción de nuestro amor, y hasta el día de hoy, es el número uno en mi top.

Podía ver la sombra moverse en el suelo, estabas cambiándote, estabas dejando que tu fina figura de tez blanca fuese vista por el espejo, me sentí celoso de este, tiene el placer de observar esos bellos lunares que conforman galaxias en tu cuerpo.

Cuánto daría yo por estar allí.

Abriste lentamente la puerta, mostrando parte de tu rostro, pero nada más, parecías inseguro, y podía ver claramente aquello debido a lo tembloroso que se encontraban tus ojos, no estabas conforme con tu decisión, y no querías que te vea.

Pero yo soy tan, tan toca pelotas

Ingresé sin tu permiso al vestidor, por el improvisto en tus reacciones chocaste tu espalda con el espejo mirador, yo me acerqué peligrosamente hacia ti, con una sonrisa, y podía ver como tus nervios aumentaban, desbordándose por tu piel y piernas, pues estas últimas flaqueaban.

Me acerqué a tu rostro, tan limpio como porcelana, tan rojito como escarlata, aunque lo disimulabas con tu mirada, respirabas hondo, pensando que iba a hacer algo que no correspondía, pero lo único que hice, fue calmar aquellos rápidos latidos, con un beso en tus nudillos.

-Te ves hermoso, ivan.

Fueron mis únicas palabras, llenas de sinceridad, pues eras un puto dios europeo, y tenía que hacértelo notar. miraste tu cuerpo, primero con tus ojos, luego a través del espejo, sonreíste, nuevamente pude ver cómo volvías a ser el mismo chico alegre, seguro.

Te diste vuelta, me abrazaste, acercando tus rojizos labios hacia los míos.

-te amo, rodrigo.

Era adicto a esos pequeños cerezos, pues eran rojos, suaves, adictivos, como esas gomitas que comías de pequeñito. nos dimos un beso, dejando que nuestras respiraciones combinaran, que nuestras salivas se fusionaran, que nuestro color del alma se proyectara.

-La gerente nos va a  cagar a pedo sidemoramos mucho.

Mis manos traviesas se deslizaron por tu enorme suéter abrigador, me miraste extrañado, por poner mi tacto sin cuidado, pero para qué mentirnos, estabas más nervioso que el primer día que admiré su desnuda figura.

-q- qué haces. -tu lengua tímida se enredó, haciéndote hablar de maner torpe.

Me reí con voz baja, para no alertar a ningún trabajador, no pensaba en hacer algo indebido en el mostrador, sólo era un pequeño gesto para que te sintieras en confianza conmigo, pero al parecer no funcionó.

-tienes que comprarlo antes de usarlo, tonto.

Hiciste un puchero mientras te cruzabas de brazos, yo aguanté las dolorosas ganas de comerte a besos, que cada vez incrementaban más con el tiempo.

-ya lo sé, pero me gusta mucho ese color.

Abrí el camarín para darnos paso hacia la cajera más cercana, te robé tu atención a través de un beso en la mejilla, para que sólo me vieses a mi, para que no te pierdas en tus horribles inseguridades, cosa que logré, pues de tu garganta comenzó a sonar aquella hermosa risa, parecías embobado con cada gesto que hacía.

Y amo eso.

Te amo a ti.

Tanto como el rojo.

Porque representa pasión, representa amor.

Justo lo que ambos sentíamos.

Justo lo que ambos sentíamos

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Mar 11, 2023 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

★   red,     RodriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora