Prólogo.

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Entrada 1: Oscuridad en las venas.

Siempre había servido fervientemente a mi maestro, demostrando cuan laborioso era en su cometido y cómo de alto podía llegar un mortal en la sociedad dentro y fuera de la Mascarada; sin embargo, el alto señor de la Camarilla no esperaba que el Clan de las sombras tuviera un trato mejor para mí que ser el último eslabón en la cadena social Ventrue. Eso quedó reflejado en sus ojos cuando la estaca lo sumió en un profundo Letargo de manos del que él creía su futuro Chiquillo.

Cuando por fin llegó mi Abrazo a manos de un antiguo Arzobispo del Sabbat, reconvertido en aliado de la Camarilla, la oscura Compulsión de los Lasombra sólo reforzó aquello que ya estaba allí, el hambre de poder y despotismo de un hombre hecho así mismo sobre las cenizas de un imperio derrumbado. El revuelo causado por un Príncipe desaparecido duró poco cuando el Sheriff juró lealtad a su sucesor, mi Sire.

El tiempo me trató bien, pero la eternidad es demasiado larga y tras treinta años bajo la sombra de mi mentor, las promesas de una vida sin las ataduras de la mortalidad eran demasiada para quedarme en una ciudad cuyo único reto era pasar por encima de la única persona que sabía que mi sótano encerraba el cadáver imperecedero de un Príncipe de la Camarilla. El destino elegido fue una ciudad que siempre estuvo relacionada al Clan, Granada, España.

Tras la Reconquista cristiana la ciudad pasó de la mano árabe a la de nuestro Clan y aún hoy es un punto de reunión para el Sabbat, pero tras la sucesión de Arzobispo en Madrid y la escisión de tantos del Clan a la Camarilla, hoy es un punto de unión entre las sectas con presencia de diversos clanes, algunos entre los que aún tengo influencia de aquellos tiempos donde mi apellido significaba algo en el mundo mortal y era bien recibido por Vástagos.

Mis días en la ciudad de la Alhambra comenzaron con el olor a juventud y emoción que se respira entre la gran cantidad de estudiantes universitarios que moran sus calles en la noche, recordándome mis tiempos como uno.

La noche servía todo tipo de lujos a un Vástago, ya buscase diversión, sustento o un recuerdo de lo que fue ser mortal. Otros de mi estirpe también sacaban partido de los nuestros en este espectáculo de luces y sombras, ofreciendo exclusividad en Resonancias extrañas y sabores únicos.

Por otro lado las antiguas tradiciones y la admiración por la historia de leyenda que rodea a la ciudad atraían ojos de mortales y vástagos extranjeros como yo, juntando a Banu Haquim que exploraban lo que fue el bastión último de su Clan y antigua grandeza.

Aquella primera noche en la ciudad, tumbado junto a la joven de pelo azul que había conocido en el bar de copas y de la que me había alimentado mientras gritaba contra la almohada hasta caer inconsciente, me pregunté que tenia la ciudad que atraía a la gente a su interior imperturbable del paso del tiempo, reinventándose pero conservando su legado intacto para que sea disfrutado una vez más. Aquella primera noche me pregunté si mi vida inmortal solo sería humo frente a la existencia de un recuerdo imperturbable en la memoria.

A la mañana siguiente yo ya no estaría junto a aquella joven, si no en mi habitación de hotel, en una de las reservadas para tantos Vástagos que llegan a la ciudad por turismo o negocios. Para ella solo sería un recuerdo que se iría borrando poco a poco, una cara de la que no tendría pruebas en la fotografía que sacó y salió borrosa, una cara que sus amigos no recordarían cuando la vieron salir a fumar sola y no volver en el resto de la velada y una cara que no estaba por la mañana en su cama. Humo en la ciudad del recuerdo y una sombra en la historia de una joven que maduraría, envejecería y moriría.

Esa primera mañana en mi habitación de hotel pensé cuan solitaria sería la eternidad sin nadie que me recordase lo que había sido ser humano y cuan vacía estaría mi existencia sin nadie que la recordase.

Humo en la Noche de SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora