Kidnapper ♡ᴍɪɴʟɪx

━✧♡✧ FINAL✧♡✧━

Minho

—¡Trasero lindo! — Grité cuando entré a la casa. Arrojé mis llaves a la mesa y me solté la corbata.

El amor de mi vida caminó hacia la habitación, con un bate de béisbol en sus manos— ¿Me llamaste? — Desde que dejo su vida como L.Y. y se dispuso a trabajar en un libro más serio. Había vivido tanto de interesante drama en su vida, que consiguió la suficiente inspiración, para convertirse en un éxito con una saga de libros de romance.

—Feliz cumpleaños— Sonreí. Lo atraje para un beso. Nunca me iba a cansar de la sensación de sus labios contra los míos— Ahora, ¿qué diablos estás haciendo con ese bate?

—La criatura de Tae se perdió. Me estoy haciendo cargo de ello antes de que regrese de la escuela— Contestó. Taehyun era nuestro hijo de ocho años. Era un poco travieso de un lado, pero en general, nos dio la menor cantidad de problemas que Soobin y Yeonjun. Chan le había dado una iguana por su cumpleaños, sabiendo que mi esposo no podía estar cerca de los reptiles.

—Bebé, eso es inhumano— Alegué.

Sacudió su cabeza— Pensaría igual que tú si la maldita cosa no hubiera estado conmigo en la ducha esta mañana. Me alegra que los niños no estuvieran en casa. Prácticamente salí corriendo por toda la casa.

Hice un puchero— Lamento habérmelo perdido.

—Asno— Sonrió— ¿Me vas a ayudar o no?

—La atraparé por ti— Le dije, trayendo su mano a mis labios para colocar un suave beso en sus nudillos.

—Gracias— Contestó. Cuando recién nos casamos, le gustaba hacer la mayoría de las cosas por su cuenta. De alguna manera, finalmente lo convencí de que quería hacer cosas por él porque lo amaba, no porque pensara que no pudiera hacerlas por sí mismo.

Busqué al reptil en cada habitación empezando con la de Eunchae. Ella era ahora una hermosa adolescente de trece años quien jugaba en el equipo de soccer de la secundaria. Para mi último cumpleaños, Dongwook me regalo una pistola, en caso de que necesitara apartar a cualquier muchachito.

No había señales de la iguana en su cuarto o en cualquiera de los chicos. Soobin y Yeonjun recién habían empezado su último año en preparatoria. Seguían jugando fútbol y prácticamente eran héroes ante los ojos de Taehyun, especialmente desde que le dejaban ir con ellos. Eran los mejores hermanos mayores que un niño pudiera pedir.

Fui hasta el cuarto de Sakura. Era nuestra pequeña de seis años. Tenía curiosidad de por qué Felix había elegido ese nombre, pero rápidamente, Soobin la había apodado Kkura. Usó algo del dinero que había obtenido por nuestros hábitos de mal lenguaje para comprarle un peluche de tigre, animal de su signo zodiacal chino, cuando era una bebé. Viéndola, podrías asumir que era un ángel. En realidad, era exactamente como su papá.

—Ahí estás— Encontré a la cosa escamosa, tan quieta como una estatua, en el peinador de Sakura. Era un experto para atraparlas, habiéndolo hecho tantas veces antes. Seguramente, Chan le había comprado a nuestro hijo una iguana que estaba entrenada para escapar. La llevé hacia el cuarto de Tae y me aseguré de que no se saliera de su tanque otra vez.

—¡PAPÁ! — Escuché gritar a Chae, y tuve que sonreír. Los chicos estaban en casa.

Bajé por las escaleras para ver qué había pasado esta vez. Taehyun y Sakura estaban compartiendo una bolsa de papas fritas mientras veían la escena frente a ellos. Eunchae estaba parada detrás de Felix, con sus brazos cruzados sobre su pecho. Yeonjun y Soobin estaban en frente de él, luciendo un poquito intranquilos. Ahora eran más altos que Felix, pero seguían poniéndose nerviosos cuando les daban la mirada— ¿Secuestraron a su hermana? — Gruñó.