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Antes de llegar al cementerio, se aseguró de haber pensado y vuelto a reconsiderar su decisión de irse a enfrentar a la reina, quien tan mal se había cansado de tratarlo, de igual forma, se detuvo justo frente al mausoleo de la familia Mills, cerró los ojos aprovechándose de una pequeña brisita que en ese mismo instante, se estrelló contra su rostro, dándole la señal de aliento que le hacía falta para entrar a ‘la guarida de la fiera’, sonrió al llamarla así, porque aunque pareciera una exageración y Regina tuviera sus malas pulgas, en el fondo, había una mujer colmada de vulnerabilidades, miedos, e inseguridades, dispuesta a recibir la dosis exacta de fortaleza para erguir la frente y seguir adelante luchando contra cualquier tormenta que se interpusiera en su camino nuevamente, él, sería quien le brindara ese impulso, subió y bajó los hombros, dio unos pasitos, atravesó la barrera de magia, la cual, aún ni entendía por qué podía burlar, abrió la antigua puerta, la cerró tras su entrada, bajó las escaleras, descendiendo escalón por escalón, deleitándose en el aroma tan característico que sus sentidos percibieron de inmediato estuvo en el interior de la bóveda, era, sin dudas un perfume femenino, por supuesto, idiota, es a una mujer a quien vienes a ver, recibió ese llamado de atención de su mente, por supuesto que sí, pero era un perfume demasiado especial y único, es una reina, imbécil y una muy refinada, era cierto, solo que, jamás se detuvo a darle la más mínima importancia a ese detalle, para él, siempre Regina había sido, la madrastra de su esposa, quien en una época los perseguía por el Bosque Encantado, intentando asesinarlos, a quien, le perdieron el respeto como la reina que era, por haberlos sometido a su reino del terror, a quien, finalmente, vencieron con la magnitud del poder del amor verdadero, no había hechizo que se resistiera ante el poder del amor verdadero, ¿acaso no podrían acabar con esa maldición de esa misma manera?, la respuesta solo la conocía la misma persona quien ahora, lo miraba con los ojos envenenados de rechazo y repulsión.

“realmente ustedes los encantadores no se rinden”, lo recibió con ese ‘buen humor’ que la caracterizaba, tranquilo, David, ya estabas preparado para eso.

“hola, Regina”, descendió el último escalón y detuvo la marcha, esperando que le diera la señal para continuar o en el peor de los casos, la orden de retirarse, era su decisión y la respetaría, ¡mentira!

“dime que vienes a darme buenas noticias”, le encomendó a Elsa que encontraran una forma de escapar con vida del pueblo, mientras hubiera tiempo, estas eran las horas que nadie se había portado por ahí a darle razones.

“si quedarme aquí contigo son buenas noticias, pues sí, a eso vine”, obviamente, se aprovechó de la situación para darle la información tan agradable.

“¿no te bastó con…?”, rodó los ojos dibujando una mueca de completo desagrado en su rostro, sin embargo, ni le permitió culminar la idea.

“ni te molestes en hacer una pataleta, porque de aquí no me moveré, te guste o no”, sin dejarse provocar por el genio que expulsaba su aliento, respondió con firmeza.

“entonces, quien se va soy yo”, en un arrebato y sin medir las consecuencias de sus actos, se levantó del sofá para desaparecer de la escena y…, “¡ay!”, el intenso dolor en su vientre la desestabilizó al punto de balancearse repentinamente.

“¿estás bien?”, lejos de ir a parar al suelo, se topó con los fuertes brazos del Príncipe quien corrió para evitar su estrepitosa caída.

“¡suéltame!”, exclamó al verse débil, ¡una reina no debe mostrar sus vulnerabilidades, ni aunque se esté muriendo por dentro!, las palabras de Cora, invadieron su mente, aturdiéndola de momento, su primera reacción fue, empujar a David, para que se apartara, “tenía la situación bajo control”, intentó continuar alejándose, mas el dolor ni un paso le permitió dar.

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⏰ Última actualización: Mar 14, 2023 ⏰

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