CAPÍTULO V.

1.5K 108 35
                                    

Caroline abrió los ojos.

Apenas veía un atisbo de luz en aquella habitación oscura y fría, vagamente recordaba lo que había sucedido y eso le asustaba de sobre manera. Intentó tocarse la cabeza, aún adolorida, sentía como si le hubiesen freído los sesos; un pánico terrible se apoderó de ella cuando se dio cuenta de que no podía incorporarse, su fuerza vampírica no era suficiente para arrancar las cadenas que la sujetaban: se encontraba inmovilizada con algún tipo de magia por los brazos y piernas a una fría y dura camilla de metal.

Apretó los ojos ahogando un grito y entonces recordó a Enzo.

Todo era su culpa, él los había metido en ese bar del barrio francés, y ella también se sentía muy idiota por haberlo acompañado, sabiendo a todo lo que se arriesgaban.

- Hechizo inmovilizador, malditas brujas -Escupió Enzo, fastidiado.

Caroline dio un respingo al escucharlo, estaba tan sumida en el temor y los insultos mentales a Enzo que no se había percatado que él estaba justo a su lado, en la misma situación en que se encontraba.

- Eres un...! -tomó aire y apretó los puños con fuerza.- recuérdame arrancarte la cabeza después!

Enzo rió amargamente en respuesta. - Si es que salimos de aquí blondie, no tengo idea de dónde estamos.

Un suspiro lleno de cólera salió de la boca de Caroline. Tenían que pensar en un plan rápido. Aunque creer que existía la posibilidad de deshacerse de un hechizo sin ayuda de otra bruja era, probablemente, la perdida de tiempo más grande del universo.

Intentó controlarse respirando profundamente, y, fue entonces cuando se permitió pasear sus ojos por lo que podía observar de la habitación en la que estaban, lo cual era, un ángulo de 90 grados únicamente, gracias a la inmovilidad de su cuerpo.
Alcanzó a ver el maltratado techo, lleno de grandes manchas horribles amarillentas y oscuras, eso la inquietó más, pues solo podía pensar en la suciedad que la rodeaba, sí; hasta en esa situación en que se encontraba no había podido ser una loca obsesiva del control y la higiene.

Un tintineo la sacó de sus pensamientos. Dedujo que se trataba de una llave que no podía cerrarse del todo y soltaba pequeñas gotas de agua, sonido que después de un rato había pasado a ser extremadamente molesto.

- Caroline... no enloquezcas... pero ya creo tener una idea del sitio en el que estamos. -. Dijo enzo con voz cautelosa.

- Qué?! -frunció el ceño- Si apenas hace unos minutos dijiste no saberlo... como es que tan rápido has...?

Enzo la interrumpió.
- Esque acaso tu no lo percibes? Este sitio huele a muerte. Y si mis cálculos y coeficiente intelectual no fallan, preciosa, eso y el resto del contexto me indica que este lugar es una maldita morgue -escupió con desgana.

Caroline palideció. Estaba segura que cualquiera que viera su rostro en ese instante, a pesar de la poca luz que cubría la habitación, notaría como todo el color sonrosado había huído de su cuerpo y en cambio lo había reemplazado el tono blanco del papel.

Su cerebro reaccionó al sentir por fin un ligero olor a putrefacción, y desesperadamente intentó, con toda su fuerza levantarse de la camilla en donde se encontraba. El silencio que antes reinaba se lleno de quejas y jadeos provenientes únicamente del  interior de su garganta, casi se sintió desmayar por el esfuerzo que aplicaba en todo su cuerpo. Sentía el cabello pegarse a su rostro y cuello por el sudor que estaba generando pero en el momento no le importó.

Lanzó un improperio de manera furiosa, se sentía impotente pues no había logrado mover ni un solo dedo.

- Bueno, veo que no ha servido de mucho advertirte que no enloquecieras.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Sep 09, 2016 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

You are my redemption. [Klaroline]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora