LA CANCIÓN DE ÁRIGA, "Snagair"
Solo Vera, entendía lo que significaban aquellos restos, gente que, en su día formaba parte de la prospera Finterdel, y que ahora pendían de lo alto de aquellos oscuros y desgastados maderos, cuyo final era ese, ser pasto de las aves o de otros carroñeros que dejaron lo que no pudieron llevarse, o bien, lo que no alcanzaban a coger.
Pero aquella empalizada, también indicaba su proximidad hacia la ciudad, o al menos, lo que un día fue.
Vera, al verlo, no pudo evitar sumergirse en un lacerante sentimiento de culpa, pues Finterdel, el gran puerto costero del norte y una ciudad que rivalizaba con Domnin en importancia, ahora no era más que ruinas y madera quemada.Por esa razon, agachachaba la cabeza avergonzada, en un intento de reprimir su ansiedad por la infame perspectiva que aquellos restos suponían para su frágil conciencia.
Cierto que ella no fue la causante de aquel crimen, pero sabía de antemano el destino de la ciudad y sus habitantes, razón por la que al encontrarse allí, y verlo en persona, se sentía tan despreciable, como los asesinos que llevaron a cabo aquella matanza.
Entretanto, Geosh, observaba como gesticulaba y lloraba en silencio, apartada de todos, a la vez que movía sus temblorosos labios.
Era evidente, que algo no iba bien, por lo que preocupado, se colocó a su lado y dijo.
-no te martirices Vera... solo hiciste lo que te pedían...-
Vera le fulminó con la mirada y contestó.
-jamás, se te ocurra pensar así... ¿me estás
oyendo?--pero...- intento defenderse ante su reacción.
-escúchame bien Geosh- insistió Vera.
-muchos sabíamos que esto estaba mal... una cosa es combatir por lo que crees que está bien... aunque a veces sepas que en esa lucha mueran personas... pero... esto...-
Entonces, se apoyó en uno de aquellos ensangrentados maderos, cuyos restos, aun permanecían clavados en ella, mostrando la cruel realidad de la que su prima hablaba.
Hileras de postes con cientos de cadáveres ensartados en ellos, cuerpos que, que durante todo ese tiempo, exhibíeron aquella barbarie, muchas víctimas para la voracidad de los carroñeros, roídas y devoradas, hasta dejar sus ensangrentados cuerpos, en blancos y relamidos huesos cuyos restos, recordaban un posible futuro para los demás pueblos.
Vera no podia tolerarlo, sin duda, aquel era un incómodo recordatorio, un valle de la muerte que jamás podía volver repetirse.
La mujer lo agarro del peto, y haciendole mirar hacia lo alto de uno de los maderos, le preguntó.
-¿y a ti Geosh, si te lo ordenasen?... ¿lo harías?-