04 ★ baby, it's cold outside

540 45 3
                                    


un one-shot ↷

un one-shot ↷

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


      ★ resumen: Basado en la canción 'Baby it's cold outside'

Al pasar una velada en casa de Vi, la noche se vuelve fría y comienza a nevar. Ella trata de convencerte para que te quedes. 


¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


 ―Enserio, no me puedo quedar. ―Insistes mientras observas la taza humeante de chocolate caliente entre tus manos. Violet mira desde donde estaba en la cocina, saca unas cuantas galletas de un frasco y se mete una en la boca. 

Oh, esas galletas, las habían hecho juntas la semana pasada mientras escuchaban canciones navideñas. Recuerdos de la leche derramada, nubes de harina y besos azucarados inundaron tu mente mientras la pelirosa se acercaba hacia donde estas sentada en el sofá.

 ―Pero, cariño, afuera hace frío. ―Vi replicó. Y era cierto. 

Ya habías sospechado que comenzaría a nevar en cualquier momento cuando llegaste a su casa y tenías las mejillas y nariz enrojecidas por el clima helado. Hiciste una mueca de dolor a la par que apretabas la taza contra tu pecho.

 ―Es que no quiero que mi madre se preocupe. 

 ―¿Que no le dijiste que ibas a pasar la noche aquí? ―preguntó, tomando una manta de su armario.

 ―Le dije que pasaría la tarde, no la noche. ―Corregiste. Tus ojos recorrieron su figura mientras se sentaba en el sofá a tu lado. Violet colocó la manta sobre tus piernas y su mano se detuvo un segundo en tu muslo. 

 ―¿Te importa sí me acerco? ―preguntó, inclinándose hacia ti. 

Juguetonamente pusiste los ojos en blanco. ―La verdad es que sí. ―Sonríes.

 ―Lástima. ― Se burló, y se acercó hacia ti de todos modos, apoyándose en tu costado. 

Pusiste tus piernas sobre su regazo sonriéndole perezosamente, Vi apoyó sus manos en tus muslos y colocó su hombro contra el tuyo. 

 ―Esta bien, terminaré mi bebida. Pero luego me voy a casa, ¿de acuerdo? ―Por momento sentiste que razonabas con un niño. Vi fingió pensar y luego negó con la cabeza.

 ―Cariño, te vas a congelar ahí afuera ―cogió su chocolate caliente y se lo llevó a los labios, dando un largo sorbo. Pensaste en tu madre que te esperaba en su departamento. Ella conocía a Vi y sabía que no dejaría que te pasara nada, así que ¿realmente se preocuparía tanto? Definitivamente no era la primera vez que pasabas la noche en su casa.

Ambas se concentraron en la pantalla del televisor mientras decidían qué ver. Al final optaron por un programa de cocina, a las dos les encantaba ver cómo se desmoronaban los pasteles y los postres de la gente. Jadeaste cuando a un concursante se le cayó el pastel que se suponía debía presentar ante los jueces, el pobre hombre estaba de rodillas junto con los restos. 

 ―Oh, dios mío. ―Te tapaste la boca con una mano, conteniendo una risita. 

 ―Bueno, me siento fatal por él, ¿sí? Pero es que...  estuvo un poco...

 ―¿Chistoso? ―Sugeriste, alzando las cejas. Violet soltó una carcajada y asintió. 

―Sabes que sí ―río entre dientes, apretándote suavemente el muslo. ―Demasiado.

Antes de que te dieras cuenta, el espectáculo había terminado y ya había oscurecido. Suspiraste mirando tu taza vacía y tu chaqueta olvidada en la entrada. No estaba nevando cuando llegaste, por eso no habías traído tu abrigo de invierno. 

 ―Tengo que irme a casa, cariño ―dijiste con tristeza. 

Vi te miró con los ojos muy abiertos antes de volver a hacer un gesto exagerado hacia la ventana de nuevo. ―Cariño, mira la tormenta que hay por la ventana ―intenta razonar ―¡La nieve te llega hasta las rodillas! ¡Y solo tienes una chaqueta de cuero! ―exclama. 

Ella tenía razón, por supuesto, estaba nevando tan fuerte que ni siquiera se podía ver el asfalto de la calle. Incluso se podía escuchar el silbido del viento debido al mal aislamiento del edificio. 

 ―Seré rápida, en serio. Ni siquiera vivo tan lejos, ¿sabes? ―Ni siquiera tu te creías lo que decías. Tampoco te moviste del sofá, lo que no ayudó a tu causa.

 ―¿Y sí te enfermas de una neumonía y te mueres? ¿Qué pensaría tu madre de mi? ¡Dejar que su hija testaruda salga con este clima! ―exclama. 

Te reíste de sus payasadas. ―Eres tan dramática, Vi. 

 ―Vamos, no fijas que no quieres pasar la noche aquí. ―Su mirada cómplice era acompañada de un mechón de pelo rosa que caía delante de su nariz. Se lo apartaste y lo colocaste detrás de su oreja, mirándola tiernamente a los ojos. Ella se inclinó hacia adelante, y te besó. Cerraste los ojos y acunaste su rostro mientras ella acariciaba tu mejilla. Cuando ella se apartó, se relamió los labios y sonrío por poder saborearte. ―Podemos cocinar, ver una película, comer las galletas que hicimos de postre, darnos un baño y... ya sabes, tener sexo ―dijo enarcando las cejas. Lo pensaste, mirando la taza vacía que tenías en el regazo. ―Si te quedas, mañana a la mañana te preparo el desayuno ―añadió, intentando contener sin éxito una sonrisa victoriosa. Supo que había ganado cuando sueltas un suspiro y hechas tu cabeza hacia atrás. 

―Esta bien, esta bien. Solo un trago, ¿de acuerdo?

Solo un trago se convirtió en dos, luego en tres, en una cena, un postre y más temprano que tarde, ya no podías volver a casa. 

 ―Eres muy insistente, ¿lo sabías? ―Reprimiste una sonrisa mientras Vi tiraba de tu mano hacia el dormitorio, tus ojos bailaban de alegría. 

 ―Me gusta pensar que soy una buena oportunista, en realidad. ―Vi besó tu mejilla antes de apartarse de ti y dirigirse al baño. Escuchaste el agua de la bañera caer, y sonreíste. ―Cariño, ¿vienes?

Por un segundo, agradeciste por el mal clima que hacía afuera.







©chaussetteblanche | trad. rkivana

𝘗𝘪𝘭𝘵𝘰𝘷𝘦𝘳'𝘴 𝘍𝘪𝘯𝘦𝘴𝘵, 𝘝𝘪 .ᐟDonde viven las historias. Descúbrelo ahora