María va tras Esteban a su habitación y él no está.
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María entra en la habitación de Esteban.
Llevaba este camisón:
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María: Esteban? Esteban?
Ella mira alrededor de su habitación y ve que él no está allí. Era tarde, ¿dónde estaba? ¿Estaba con Ana Rosa? Solo de pensarlo, los celos estaban presentes. Pero cómo no estar celoso del hombre que amas. Y sobre todo, ¿cómo no tener celos de Estevão San Roman? El hombre más codiciado por las mujeres, y con razón, era muy guapo. Y ella siempre estaba celosa de él. Por mucho que no lo demostrara, desde que regresó de Aruba, y lo vio, supo que el amor que decía que ya no existía seguía ahí. Y sabía que Fabiola y Daniela todavía estaban enamoradas de Esteban, y ahora también de Ana Rosa, que seguramente él estaría en su casa en ese momento. Y María se culpó en ese momento de que, si ya hubiera cedido a los encantos de Esteban, él no habría ido a buscar lo que tenía en casa. Pero ella todavía tenía sentimientos no coincidentes. Por un lado, el odio por haberla dejado veinte años en la cárcel, sola y sin haber creído en ella, por otro lado, el amor, que aún después de veinte años seguía ahí, que por más odio, rencor y enfado que era grande, su amor por él era mucho mayor. Pero, ¿estaba dispuesta a dejar atrás el pasado y perdonarlo después de todo?
