S3x Frustation [EDITADA]

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—¡Chicos, es suficiente por hoy! —exclama Haruki.

Los tres chicos restantes suspiraron aliviados. Por fin se iban a ir a casa a descansar debidamente después de varias semanas llenas de ensayos y conciertos, varias entrevistas por prensa y radio, y sobrellevar que varias fans se acercaran para pedir fotos. Esto último le molestaba a Mafuyu ya que su querido novio era lo suficiente atractivo para las mujeres que se acercaban de más, desde su punto de vista, a él para hacerse las malditas fotos. Lo trataba de disimular lo mejor posible sonriendo a Uenoyama cuando le preguntaba si había algo malo ya que la tensión era notable en el aire pero Mafuyu se ve tan adorablemente inocente que le es imposible al otro pensar que le esté ocultando algo, es gracioso porque el realmente inocente aquí es otro.

Otra cosa que le molesta de sobremanera al pelirrojo es que se siente sexualmente frustrado. Llevan meses siendo novios y lo máximo que había conseguido es que no huya de él cuando se dan besos con lengua. La primera vez que se atrevió, el de ojo de azules se asustó tanto que se separó del beso al instante y se chocó con la pared de atrás. Sinceramente, Mafuyu no sabía si reír o llorar por lo que acababa de pasar, decidió quitarle hierro al asunto tratando el chichón que se hizo Uenoyama mientras le decía que iría poco a poco y el otro asintió más calmado. Afortunadamente, las siguientes veces fueron mejores pero siempre le dejaba con ganas de más.

Mafuyu se giró para visualizar a Haruki y Akihiko hablando y sonriéndose como dos tórtolos. Realmente, después de como acabaron las cosas con Ugetsu, aunque sin saber todos los detalles, pensaba que la relación de los dos rubios estaba condenada al fracaso. Gracias a Dios no fue el caso, ya que hubiera sido sumamente incómodo el ambiente y perjudicaría a la banda más adelante.

Los dos universitarios se miraban con un amor tan incondicional que le revolvía a Mafuyu las entrañas, le hace inevitablemente recordar a cuando estaba con Yuki. El de ojos avellana se da una palmada mental por tal pensamiento, sabe que aún sigue en duelo pero siempre se siente culpable por tener este tipo de ocurriencias. Igualmente, desde que va a terapia, las cosas entre él y su novio son distintas y sabe que los sentimientos que tiene por Uenoyama son reales.

Vuelve su vista al pelinegro. Siente las conocidas mariposas y sólo le entran ganas de encerrarlo en su cuarto y estar metidos en la cama durante todo el día y noche, haciendo el amor bajo las sábanas y acurrucarse cuando hubieran quedado exhaustos. Ese pensamiento hace que se sonroje y se sienta por un momento avergonzado y, al mismo tiempo, un poco excitado. Intenta calmar esos pensamientos perversos de su inocente novio haciéndole una m-...

—¡Oye, Mafuyu! —es Akihiko quién lo saca del trance—. Deja de estar en la Luna y coge tus cosas, que queremos irnos a casa a descansar. Ya tendrás la semana que viene para componer otra canción.

—Ah sí, perdonen —se coloca la guitarra en el hombro—. Ya podemos irnos.

—Vamos, te acompaño a casa. Es muy tarde para que vayas solo a altas horas de la noche—dice Uenoyama posando su mano en la mejilla de Mafuyu, acariciándole ésta, haciendo que el otro se incline al toque para sentirlo más e, inevitablemente, sonría.

—Sí.

Ambos sonríen y los cuatros chicos salen del recinto. Después se despiden y cada pareja va para una dirección, una para la casa de Haruki y otra a la de Mafuyu. La pareja de estudiantes, dirigiéndose hacia la casa del pelirrojo, iban callados pero cogidos de la mano. No eran una pareja muy habladora pero la presencia del otro les reconfortaba, a los dos les bastaba eso. Uenoyama posó su mirada en el chico de ojos avellana. Seguía, después de todo este tiempo, sin creer que tenía de novio al chico más bonito del mundo, ese vago pensamiento hace que afiance su mano más en la del otro, haciendo la silenciosa promesa de nunca dejarlo ir.