2nd

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—Tú eres la chica malhumorada del otro día, ¿no? —inquirió alguien al costado de Lena, por lo que esta solo se encogió de hombros, poco dispuesta a darle su atención a quienquiera que hubiera preguntado—. Sí, te recuerdo. Por cierto, me llamo Samantha.

La ojiverde solo dejó de escribir en su cuaderno y volteó a ver a la desconocida porque creyó que sería demasiado descortés ignorar su presentación, y cuando fijó su mirada en la chica parlanchina, se percató de la razón por la cual esa chica la reconoció.

—Lena —dijo simplemente la ojiverde, por lo que Samantha alzó una ceja, evidentemente divertida.

—Asumiré que eres una mujer de pocas palabras.

—Asumes bien.

—De acuerdo —Samantha sonrió con simpleza y enseguida inició a hacer apuntes en su cuaderno, pero eso no evitó que siguiera hablando—. ¿Cómo te fue con tu asignación de roomie?

A Lena no le llevó mucho tiempo adivinar que Samantha seguiría hablándole incluso si de manera puntual le decía que no tenía ganas de conversar, por lo que exhaló un suspiro teñido de cansancio y decidió que, ya que una completa desconocida parecía dispuesta a hacerla hablar, ella se tomaría la libertad para despotricar en contra de Andrea.

—Cuando llegué al dormitorio luego de la conferencia de la directora, ella estaba a punto de copular con un chico.

Samantha trató de ahogar la risa, pero le fue imposible y terminó haciendo un sonido raro que llamó la atención de algunos estudiantes en los pupitres alrededor del suyo, lo que a su vez molestó a la ojiverde, porque todo parecía indicar que en Northland High todo mundo era indiscreto o francamente desagradable.

No entendía el motivo de aquello si se suponía que estaban formando líderes y personas rectas al actuar, pero el contacto que había tenido con las dos personas que conoció allí, dejaban mucho que desear.

—No entiendo lo gracioso. Fue repugnante. —Lena frunció el entrecejo.

—Lena, no me reí de la situación. Me reí porque ¿quién le llama copular en estos tiempos? —Samantha dejó salir una risa ligera—. De todos modos, ¿cómo se llama tu compañera?

—Andrea.

—Creo que hay un par de ellas por aquí, ¿podrías describirla para mí? —La castaña siguió haciendo apuntes pero en ningún momento perdió el ritmo de la conversación.

La ojiverde suspiró con fastidio y dejó de lado su bolígrafo.

—Castaña y con ojos grises. Tal vez de mi estatura, aunque es difícil decirlo porque cuando la vi había un tipo encima de ella —resopló Lena—. Una sonrisa bonita, digamos, pero una actitud de mierda y una marcada tendencia al exhibicionismo.

—Ah, ya sé quién es —La castaña se rió entre dientes—. Se pone loquita en los días rutinarios y se niega a tomar supresores, por lo que se vuelve un desastre hormonal y termina haciendo cosas cuestionables. En realidad es una chica agradable y está dispuesta a ayudar en lo que pueda, pero se convierte en otra persona cuando está en sus días, ya sabes.

Para ese punto en la conversación, Lena estaba lo suficientemente interesada como para girarse en su silla y mirar directamente a la castaña mientras hablaba.

Tal vez su círculo social era demasiado conservador, pero a Lena siempre le dijeron que era importante tomar los supresores y de ese modo evitar las decisiones y acciones erráticas y por lo tanto erróneas que podría llegar a experimentar. Solo una persona idiota no tomaría los supresores.

Por otro lado... Incluso si Andrea se veía casi salvaje y libertina el día anterior, la ojiverde no podía decir que fuera de una manera exagerada o demasiado intensa. En realidad, Andrea solo se veía libre y feliz de... Follar frente a su compañera de habitación.

—¿Qué? ¿Aquí dejan que suspendan el uso de supresores? —Lena frunció el entrecejo.

Ella siempre los tomaba y consideraba que no había nada malo en ella, a menos que contara la aversión a cualquier tipo de contacto físico innecesario y/o las miradas coquetas que a veces le dirigían cuando iba caminando.

—Sí, aquí todos pueden elegir si los toman o no, pero nos someten a algunos análisis cada ciertos meses para medir niveles hormonales y ponderar qué tan alta será la dosis de supresores que van a suministrar en caso de que así lo queramos —musitó la castaña como respuesta.

—Pero eso es... Nunca había escuchado algo así.

Samantha frunció ligeramente el entrecejo y miró a Lena directamente a los ojos.

—¿Cuántos años tienes?

—Cumplí dieciocho hace algunos meses.

—¿Y siempre has tomado supresores? ¿Desde los quince? —Samantha hizo una mueca.

—No. Desde los trece.

—¿Qué demonios te han hecho? —La castaña negó con decepción—. Mujer, deja de suministrarte esa mierda por un tiempo. Mientras tanto, te presentaré el mejor catálogo de feromonas que Northland High tiene para ofrecer —musitó con una sonrisa maliciosa.

𝑳𝒆𝒕'𝒔 𝒕𝒂𝒍𝒌 𝒂𝒃𝒐𝒖𝒕 𝒔(𝒆𝒙)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora