Knowing the past

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El pelinegro ignoraba casi todo a su alrededor mientras caminaba junto a Lucifer a un parque cercano que estaba por ahí.

- Ese chico que mirabas es parte de una de las familias más prestigiosas de estos lares. Tiene muchos pretendientes, pero a nadie le hace caso. Hay chismes que dicen que es porque sus ojos ya están en alguien más.- Lucifer paso sus brazos tras su nuca de manera despreocupada. 

El más bajo solo escuchaba en silencio, Hades estaba en ese lugar, y él aún no podía procesar eso, más aparte, ¿Familia prestigiosa? ¿Significaba qué los hermanos de Hades estaban ahí? 

- ¿Familia?- pregunto con duda el más bajo. 

- Sí, es parte de una de las familias más prestigiosas, pero en fin, solo es un chico de papi que no sabe nada de la realidad.- contesto sin más el más alto. 

Un silencio ligeramente incómodo se instaló en el ambiente, ninguno decía nada, Beelzebub estaba en su mundo pensando en miles de cosas a la vez, pues apenas procesaba que Hades vivía en ese lugar. 

Lucifer, por otro lado, solo miraba con desinterés su ambiente, pero sin poder ignorar la actitud del más bajo, que le parecía más que rara. 

- El robo será mañana en la noche.- menciono bruscamente el más alto, llamando la atención del pelinegro. 

- Está bien, supongo,- el pelinegro hizo una leve pausa antes de seguir hablando.- ¿A qué hora nos veremos? 

- 12:30 de la noche, ni un minuto más ni uno menos. Si quieres ese cincuenta porciento de las ganancias, esfuérzate.- demandó mirando directamente a Beelzebub, que solo lo miraba con desinterés. 

- Solo pregunté la hora. En fin, tengo más cosas que hacer.- el pelinegro empezó a caminar lejos de su contrario.- Nos vemos después. 

- Nos vemos. 

Ambos se despidieron, con la seguridad de que ya habían cerrado el trato para su atracón del siguiente día. 

Beelzebub no sabía en qué se había metido, pero quería ese cincuenta porciento de las ganancias. Bostezo con aburrimiento, se estaba aburriendo y cansando de andar en las calles, más aparte que poco a poco ya se estaban llenando las calles de gente adulta y niños, los últimos siendo los que más estresaban a Beelzebub, más teniendo en cuenta que siempre estuvo en un ambiente de oscuridad y soledad. 

Admitía que había jodido todo, pero la verdad no sé arrepentía de nada, solo buscaba un ser lo suficientemente fuerte para que pudiera matarlo y darle fin a su miserable existencia que solo lo agobiaba cada vez más. En su combate del Ragnarok no negaba que había sentido un brillo esperanzador cuando vio el potencial de Tesla, su contrincante, había decidido recordar su nombre, ya que fue de los pocos que le dio pelea y que estuvo a punto de ganarle. 

Si no hubiera sido por Satanás y por su deseo de vengar a su pilar de luz seguramente se habría dejado matar, o en todo caso Tesla le habría ganado al superar su poder. Pero era solo una fantasiosa ilusión de la que no se le dio el lujo a Beelzebub, había ganado su combate, la humanidad había ganado, mato al único posible hombre que lo podía asesinar por un objetivo que al final no cumplió, la exterminación de los humanos, entre ellos al maldito emperador chino que había matado a Hades. 

Una opresión se instaló en su pecho por cada cosa que recordaba o pensaba, era claro que esas cosas le habían afectado más de lo que quisiese admitir, él no era de las personas que iba por el mundo diciendo sus sentimientos, nadie sabía nada del señor de las moscas, y los únicos que lo sabían estaban muertos. 

Trago con fuerza su saliva antes de comenzar a caminar para llegar a su hogar, estaba cansado, aburrido, confundido y un sin fin de cosas más, y los constantes ruidos de los transeúntes no ayudaba en nada, solo quería tomar una siesta para relajar su mente y después pensar bien en las cosas que le habían pasado ese día.

Todo su recorrido a su casa fue silencioso, pues había optado por irse por lugares donde no pasará mucha gente. No tuvo que pasar mucho para que llegase a su casa, todo se veía normal dentro de lo que cabía. 

Introdujo la llave en la puerta cuando estuvo parado frente a ella, tomando todo el tiempo del mundo para abrir la puerta, al abrirse entro con calma a la casa, alzando la mirada solo para verificar que su "madre" no estuviese en casa, suspiro al darse cuenta de que no era el caso, al parecer estaba solo en la silenciosa vivienda. 

Casi arrastrando los pies por el cansancio físico y mental fue a la cocina para ver si encontraba algo de comer, ya que desde hacía rato había empezado a sentir bastante hambre, algo lógico teniendo en cuenta que no desayuno nada en la mañana. Empezó a divagar entre los almacenes, esperando encontrar algo de comer. 

Unos segundos después, por fin pudo encontrar una bolsa de galletas, la cual arrojó a la mesa, después agarro una lata de soda, la cual también dejo en la mesa. Con movimientos flojos tomo una silla en la cual se sentó para empezar a "desayunar" si es que a eso se le llamaba desayuno. 

Pudo haberse comprado en la calle sí, pero no tenía dinero y tampoco es como si quisiera lidiar con las personas, solo quería un descanso. Ya estando comiendo empezó a pensar las cosas con más detenimiento, había aceptado hacer un robo a una prestigiosa joyería, sin saber siquiera dónde estaba, una risa llena de sarcasmo salió de sus labios, era un idiota en definitiva. Comió otra galleta después de soltar la risa, entonces empezó a divagar en lo dicho por la señora Liliana y por Lucifer, sobre su miserable infancia, al parecer, "hijo de una violación, uno al que su madre odia con todo su ser" pensó vagamente, su origen en esa vida era definitivamente miserable, se preguntó mentalmente si al menos en una realidad alterna era 

Paró de comer cuando escucho en la sala un montón de ruidos, por instinto se paró de dónde estaba y fue a ver que pasaba.

Ahí se dio cuenta de que era solo su madre. Un fuerte olor inundó sus fosas nasales, alcohol, su madre estaba muy tomada. Beelzebub suspiro con frustración.

— Maldito inútil ¡Te dije que te largaras!— grito con cólera la mujer lanzado la botella de vino que tenía en la mano. 

La botella cayó en los pies de Beelzebub, manchando sus zapatos con aquel líquido carmesí que el tanto degustaba en su mundo. 

— ¿Puedes callarte?— dijo el pelinegro en un tono relajado pero a la vez amenazante. 

La mujer lo miro con cólera ante su rebeldía. Pero eso al príncipe demoníaco no le importó. 

— Vete ¡Vete! ¡Maldita escoria!— exclamó con aún más enojo.

El pelinegro empezó a recordar las veces que los demás lo despreciaron solo por ser "la casa de Satanás".

Pocas personas en su miserable vida no lo habían menospreciado. Metió su mano en la bolsa de su saco, dándose cuenta de que llevaba consigo un cuchillo. 

"¿En qué momento lo tomo?"

Ni él lo sabía. Pero ese instinto asesino le estaba dominando poco a poco, haciendo que su mente se nublara con el pasar de los segundos. 

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⏰ Última actualización: Aug 29, 2023 ⏰

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