Un agarre firme le tiró de su hombro y luego le soltó igual de rápido, podía oír a alguien tosiendo y escupiendo cerca, alguien más tenía problemas en el agua. Gritos y chillidos se mezclaban con el sonido de la adrenalina en los oídos de Harry y alguien ladraba órdenes cerca.
Libre del temor que le había congelado, pero ahora literalmente, temblando, Harry logró por fin enderezarse y limpiarse los ojos que le picaban para poder ver a Louis a su lado.
— ¿Dijiste eso para conseguir que saltara?—se atragantó.
Louis estaba nadando hacia el borde de la piscina. Parecía más como un cachorro ahogado que el nadador elegante que Harry había visto en el océano y en la piscina hacía varios días. Louis no respondió, se limitó a escupir agua y sacudir la cabeza. Lanzó los brazos sobre el borde de la pared, empujándose lo suficiente para salir del agua y poder inhalar profundamente. Harry llegó al lado de la piscina, todavía tratando de entender la manipulación de Louis y el hecho evidente de que había sido un éxito.
Harry estaba enfermo, enojado, horrorizado, todavía asustado, desesperadamente aliviado... una mezcolanza de emociones ardientes que no podía resolver.
Mantuvo la mirada en su compañero, preguntándose si Louis iba a responder. Pero este se quedó mirando a la terraza de la piscina, mientras apoyaba los codos un poco aturdido.
Mientras Harry miraba, una pesada bota negra se paró delante de la cara de su compañero, haciendo que Louis alzara la mirada hacia su dueño. Uno de los oficiales de seguridad del buque estaba ante él, mirándolos con los brazos cruzados de manera desaprobadora. Detrás de él, los Bianchi estaban envueltos en toallas y esposados, otros dos agentes de seguridad les flanqueaban.
Louis miró al hombre unos instantes más y luego dejó caer la cabeza sobre sus brazos en señal de rendición.
Capítulo 13
Louis estaba sentado con un pie levantado sobre la dura litera, con el codo apoyado en la rodilla mientras contemplaba los blancos muros estériles de las celdas. Había tres, cada una separada por una rejilla de alambre grueso. Louis apoyó el hombro contra la rejilla de su celda y exhaló lentamente.
—Por lo menos ya no nos van a disparar…—dijo a Harry arrastrando las palabras, manteniendo el acento británico sólo porque molestaba a los agentes italianos y a la seguridad del barco, quienes todavía estaban tratando de averiguar quién demonios eran.
Y porque podía, joder.
—Cierto…—estuvo de acuerdo Harry, cambiando de postura cansadamente en la pequeña litera de la celda de al lado. Todavía parecía tenso—. Lo aclararán pronto y nos dejarán salir de aquí.
Una vez que la seguridad de la nave logró reunir todos los datos, la situación se había calmado rápidamente. Sobre todo porque todo el mundo estaba encerrado en algún lugar u otro, según los diversos y extraños visitantes que habían recibido para informarles o burlarse de ellos.
Dolce y Gabbana habían venido para gritarles por meter (tal vez) las narices americanas donde no pertenecían. Los dos matones resultaron ser realmente de la Guardia di Finanza italiana, presumiblemente asignados para encerrar a los Bianchi. Louis y Harry sólo podían asumir que Vartan Armen había tratado de dar un golpe de Estado, había suministrado a la Guardia la información que necesitaban para arrestar a la pareja italiana. Louis estaba bastante seguro de que estos dos no pasarían mucho tiempo en sus puestos de trabajo después de que presentaran todos los informes.
Era posible que Armen no hubiera recurrido a un intento de asesinato, pero nunca lo sabrían a ciencia cierta, ya que estaba en la morgue de la nave y no podía contarle a nadie lo que había sucedido. Mientras que Armen podía o no haber sido el culpable de los atentados contra la vida de Louis, los autores del incidente de buceo y la escalada no podrían ser encontrados, según el capitán.