Harry movió su mano para cubrir la de Louis mientras asentía en silencio, mirando a su compañero en lugar de al Caribe azul ondulando suavemente detrás de él.
* *
Después de una larga ducha caliente, Harry simplemente se puso de uno de los albornoces del baño y se unió a Louis en la habitación principal. Tenía hambre después de su excursión.
—Eh, ¿quieres unos bocadillos o algo? —preguntó antes de tirarse en el sofá y poner los pies sobre la mesa baja delante de él. Faltaban unas seis horas hasta la cena, de acuerdo con la agenda del día que gobernaba sus vidas.
—Cualquier cosa menos pescado…—fue el gruñido de respuesta de Louis. Estaba paseando, habiendo descartado después de la ducha el inevitable albornoz por los suaves vaqueros andrajosos que probablemente iba a terminar robando a Austin. Tenía la cabeza baja mientras hacía un surco en el suelo delante de la terraza, caminando lentamente adelante y atrás.
Harry decidió sugerir un corto paseo al autoservicio cercano que servía hamburguesas y patatas fritas.
La comida casera parecía una idea brillante, y estaba seguro de que Louis podría utilizar algo normal. Pero de momento, se sentó en silencio y miró a su compañero. Casi podía ver el humo que le salía de la cabeza.
—Bien, esto es lo que sabemos —soltó Louis mientras se volvía hacia Harry y le señalaba con el dedo casi acusadoramente—. Vartan Armen contrató a Austin para espiar a Cox Austin. Cuando nos vio jugar a la pareja feliz, decidió que su plan había fracasado, ¿no?
Harry parpadeó ante el arrebato y respondió con algo indefinible y cuidadoso.
—Sí.
Algo sobre esa idea le molestaba, pero no estaba muy seguro de qué. Pero estaba un poco sorprendido de descubrir que la idea de él y Louis descrito como una "pareja feliz" engendraba tanto risa como anhelo.
—Y luego tenemos a los italianos, si Dolce y Gabbana eran agentes legales de la Guardia di Finanza, me comeré mis zapatos —siguió Louis con un gesto descuidado de la mano mientras se daba la vuelta y se alejaba de Harry agitado—. Así que demos el salto lógico de que los italianos son criminales o trabajan fuera de los libros. ¿De acuerdo? —Se dio la vuelta para mirar a Harry con las cejas levantadas.
—Supongo que es posible que puedan ser de la Guardia di Finanza siguiendo a Bianche, pero no es como si estuvieran autorizados a operar en un barco con bandera de otro país. Así que, sí, no son de fiar…— coincidió Harry.
—Est{ bien…—dijo Louis, casi para sí mismo. De repente se detuvo, se cruzó de brazos, bajó la cabeza y cerró los ojos. Se cubrió los ojos con una mano y se quedó allí, inmóvil—. Está bien...—repitió con voz suave murmullo casi íntimo.
El bajo ronroneo de la voz de Louis nunca dejaba de llamar la atención de Harry. No importaba cuando lo usara: en el trabajo, en casa, de compras, comiendo… y ahora, pensando en lo que Armen debía haber visto para considerarlos como una “pareja feliz”, hacía que Harry se preguntara que veían exactamente los demás.
—Digamos que yo soy Armen…—dijo Louis, obviamente sin esperar que Harry respondiera—. Y tengo dos socios comerciales de los que quiero librarme. ¿Es porque las autoridades italianas están tras ellos? ¿Es porque soy un bastardo codicioso y quiero todas las ganancias empresariales para mí? Si ese es el caso, entonces también necesito su información, ya que el negocio se ha compartimentado. Así que iría tras los portátiles, los teléfonos móviles y cualquier cosa con los registros de negocios.