|| Cᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ 5 .ଓ°

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La noche era tan oscura como siempre y las calles estaban en completo silencio, algo que le fascinaba a Souichi. Llevaba un par de minutos caminando por las calles solitarias, ni siquiera sabía con certeza lo que iba a hacer.

El día anterior había visto algo que le apretó el corazón y casi lo rompe. Reiko estaba a punto de llorar frente a él, eso era algo que no iba a permitir,  jamás dejaría que una sola lágrima cayera de sus lindos ojos.

Así que llegando a casa de inmediato planeo todo y puso manos a la obra, haría una nueva muñeca vudú, la haría igual a Miku, la chica culpable de casi hacer llorar a la pelinegra. No tardó tanto en hacerla, ya tenía experiencia en eso.

Y ahora iba en dirección a su casa ¿Qué cómo encontró su dirección? Fácil, el mismo día que realizó tal acto imperdonable salió rápido de la cancha para seguirla y saber dónde vivía, así podría hacerla pagar lo más rápido posible.

Camino y camino hasta que se encontró la casa, tenía una enorme reja y su casa era gigantesca por fuera, al parecer la chica tenía algo de dinero de sobra, o más bien sus padres lo tenían. Bien era hora de realizar su hechizo, se escondió entre los grandes arbustos que había alrededor, sacó la muñeca, agarró su martillo a un costado del pantalón y tomó un clavo de los que siempre traía consigo en su boca.

¡Te arrepentirás de lo que hiciste! —Gritó antes de enterrar el clavo en una de las piernas de la muñeca, agarró otro clavo de su boca y lo colocó en la otra pierna — ¡Pagarás con tu sufrimiento! —Enterró el otro clavo

De repente se escuchó un estruendo proveniente de la casa de su víctima, el grito de una mujer desesperada se escuchó desde lo lejos y seguido se escucharon más gritos por toda la casa. Souichi solo se reía

He, he, he —Reía bajo, su hechizo había funcionado

De repente las puertas de la casa se abrieron dándole un pequeño susto, se agachó para no ser visto y vio como un señor salía con Miku en brazos, se veía muy preocupado, la madre venía atrás repitiendo una y otra vez lo mismo "¡Se cayó! ¡Se cayó!". Ambos señores entraron en un carro y se fueron disparados como rayo.

𝕷𝖆 𝕸𝖆𝖑𝖉𝖎𝖈𝖎ó𝖓 𝕯𝖊𝖑 𝕬𝖒𝖔𝖗 ─── Souichi Tsujii Donde viven las historias. Descúbrelo ahora