Medieval

60 7 0
                                    

Un suspiro atemorizado, más una vista nublada y desolada era una de las sensaciones que sentía nuestra querida protagonista Elena, al tratar de elevar su mirar solo se le hacía pesada y ciega puesto a la incontable luz que se asomaba en su orbes violetas.

— Como adoro esta vista, las personas se ven como hormigas.

Fue aclarando poco a poco su ojos, adaptándose al amanecer que se encontraba frente a sus narices, teniendo un poco más claro en donde se hallaba, no muy segura de cómo había llegado ahí, hasta que siente un leve peso en sus muslos

— Bakani, ¿me estás escuchando? — repite esta vez aquella gruesa y tenaz voz con leve enfado.

Elena con un alto déficit de confusión y pérdida, sostiene sus ojos hasta donde están sus muslos, dándose cuenta de quien era el peso en el mismo y la voz que le hablaba.

— ¿Keisuke?

— No, soy Matías Segundo. Obviamente que el mismo Bakani. — Sonríe ladinamente, mostrando sus breves colmillos en su dentadura reluciente y brillante, tanto así que la contraria sin mucho que decir detalla al contrario, observando que llevaba un tipo de vestimenta muy distinta a la que el suele usar comúnmente, causando que la mayor de los dos frunciera el ceño con notable desorden en lo que está haciéndole la vida justo en estos momentos.

— Que mierda Keisuke, por qué te vistes así, te ves ridículamente atractivo.

— Príncipe, su alteza, los solicitan en el mesón para su hora de cena. — Intervino una voz ajena, que en la cabeza de la chica no le sé hacia conocida de nada, hasta que volteó su mirar notando que estaba una muchacha vestida de sirvienta, cosa que se le hacía muchísimo más extrañaba y turbia de lo normal. — Se les espera con ansias. — hablo nuevamente la tenue voz de la chica, inclinándose en una reverencia mientras que daba vuelta y regresaba por donde vino. Causando que Elena en su posición, viese por donde se había ido la sirvienta.

— ¿Un castillo?

— Vamos, a lo mejor están insistentes de que estemos allí. — interrumpió el de hebras azabaches mientras se levantaba de donde se había acostado y dándole una mano de forma respetuosa a la única chica del lugar, de forma en la que ella se levantara de ahí.

Elena en su caso, no tuvo de otra que apoyarse en su mano y caminar junto a él, volteando su mirar a varios sitios en el que estaban, cayendo en cuenta que en donde había despertado no era cualquier cosa, sino en un jardín enorme que daba vista a una vista al magnífico atardecer que estaba puesto, donde bajo de el, estaban unas casas con unos aspectos de un cuento de princesas. Volteo al frente, retornando su mirar al inmenso y amplio castillo que tanto su hermano como ella estaban entrando, donde una vez adentro, el castillo tenía unos elementos muy medievales y extravagantes dentro de él, desde estatuas de criaturas que para su parecer era de antiguas eras hasta imágenes en unos retratos que no sabía de quiénes eran, eso y mucho más era lo que la chica de melena rubia con ojos violetas observaba en su punto de vista, algo tan místico, irreal y a la vez mágico estaba sucediendo todo a la vez.

— Esto debe de ser un maldito sueño de Disney, Por Que Mi Cabello Es Rubio? De Verdad Parezco Una Jodida Reina.

— Tienes que controlar tu vocabulario, estás hablando muy raro tú también hoy. — aviso el de orbes marrones hacia su hermana, quien a su vez le voltea los medios ojos puesto que le preocupaba un poco su forma de hablar. Una vez puesto su muñeca en el picaporte de la inmersa puerta, estás se abren dejando ver cómo un gran mesón se encontraba en medio de la habitación, y a su vez se hallaba de una gran cantidad de platillos de varios tipos de comida, desde carne, hasta verduras y postres, algo simplemente maravilloso y delicioso.

Estupideces Con La Toman Donde viven las historias. Descúbrelo ahora