CAPÍTULO 58

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Pasaron los 9 días que había dicho Lupin para que fuera la Luna llena. En todos estos días Olivia había estado muy preocupada por lo que pudiera pasar con ella esa noche. ¿Cambiaría su vida para siempre o seguiría siendo una chica medianamente normal?

Hermione le había asegurado que iba a estar con ella de todas formas, pero eso no quitaba para que las inseguridades de Olivia salieran a flote. No era lo mismo salir con una chica normal a salir con una medio mujer lobo, la cual todavía no sabían qué características tenía.

–Hoy es la noche–susurró la castaña abrazando a la ojigris por detrás.

Cómo hacía muchos días, la Slytherin acariciaba sus heridas del rostro suspirando al saber que no iba a deshacerse de ellas nunca. Tendría que aprender a convivir con ellas aunque no le gustaran. Por suerte la poción que estaba preparando ayudaría a que no se vieran tanto.

–Lo es–asintió Olivia girándose para envolver a su novia entre sus brazos–hoy sabremos si soy un monstruo o no lo soy.

–Nunca lo vas a ser cariño–le repitió por millonésima vez la castaña girándola y cogiendo sus mejillas entre sus manos–para mí nunca lo serás y eso es lo que importa ¿verdad? Las personas que te quieren saben que no eres un monstruo. ¿Acaso crees que Elise piensa que eres un monstruo o que nuestros amigos lo piensan?

–No–respondió la pelinegra mirándola–ninguno lo piensa.

–Eso es amor, ninguno lo piensa porque nunca serás un monstruo–dijo Hermione y besó su nariz para después juntar sus frentes mirándose a los ojos–te ves sexy con esas cicatrices. Te ves como una chica ruda, me encantan.

–Yo te encanto Her, es distinto–rio Olivia brevemente y la otra chica la imitó–te amo.

–Te amo también Oliv–respondió la castaña para atraerla a un beso tierno y suave–pase lo que pase y seas como seas siempre te voy a amar.

Cuando se separaron mirando por la ventana viendo que se acercaba el momento clave. El atardecer poco a poco iba entrando en el cielo y el sol cada vez se escondía más en el horizonte para dejar paso a la luna.

Olivia se quedó pensativa mientras miraba cómo la luna llena aparecía en el cielo aunque casi no se notara todavía por la cantidad de luz que aún emitía el sol. Su mente estaba en todos lados y a la vez no estaba en ningún sitio.

Dentro de ella había un sentimiento que esto no podía ser tan malo después de todo. Aunque por fuera estuviera asustada y preocupada, su interior estaba totalmente tranquilo a lo que fuera a pasar esta noche.

–¿Cómo te encuentras?–preguntó Hermione acariciando sus mejillas para traerla de vuelta a la realidad–¿sientes... algo diferente?

–Sinceramente no lo sé–respondió confusa Olivia–siento algo quemar en mi pecho pero no sabría decir el qué. También... siento que mis sentidos están más despiertos.

Hermione asintió lentamente ante esta nueva información y suspiró besando a su novia. En estos días había leído muchos libros sobre la transformación, sobre licántropos y sobre los efectos que las heridas producidas por ellos tenía.

Decir que no estaba preocupada por la ojigris sería una total mentira. No quería que sufriese los efectos de una transformación porque le iba a doler muchísimo. Había visto los efectos que tenía en Lupin y, aunque no fuera lo mismo porque Olivia no tenía el gen completo, sabía que también le podía doler muchísimo.

–Deberíamos ir ya–mencionó la pelinegra suspirando–Lupin ya estará allí.

Ambas salieron del cuarto de la Gryffindor y caminaron de la mano por los pasillos medio vacíos de Hogwarts. Faltaban solo unos pocos días para que el curso acabara y ya la mayoría de alumnos no estaban por lo que había pasado y porque sus padres los recogieron en cuanto se enteraron de los ataques.

Siempre fuiste túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora